Según relató Giménez, su cliente pasó media década sometido a restricciones judiciales severas, escraches públicos y aislamiento social, sin poder ver a su familia ni salir de la provincia, todo por una denuncia que —según se demostró en juicio— carecía de sustento.
“El expediente se inició apenas un día después de que ella recibiera la notificación de divorcio. Fue suficiente para que se dictaran medidas cautelares extremas y se lo estigmatizara como abusador, sin pruebas contundentes”, señaló el letrado, que remarcó la dureza del proceso judicial para quienes enfrentan acusaciones de este tipo.
De acuerdo a Giménez, desde el comienzo se constató que la denunciante tenía un diagnóstico psiquiátrico severo: trastorno bipolar con rasgos psicóticos y maníaco-depresivos, además de no cumplir con ningún tratamiento. Aun así, el caso avanzó hasta el juicio oral, que finalmente concluyó con la absolución del imputado.
El abogado no escatimó críticas a los peritos oficiales del Poder Judicial, a quienes acusó de minimizar los informes clínicos: “Negaron un diagnóstico que estaba acreditado en la historia médica y pericias forenses. Es inadmisible”. También cuestionó el rol de algunos colegas: “Hay abogados que arman estas causas para lucrar. Se necesita un debate honesto dentro de la profesión y la justicia”.
Giménez advirtió que este no es un hecho aislado: “Hay una ola de falsas denuncias de ex esposas contra ex parejas. Y cuando la justicia confirma que se mintió, no pasa nada. Es hora de aplicar sanciones ejemplares”.
El abogado recordó que su defendido, proveniente de otra provincia, ni siquiera obtuvo permiso para visitar a su padre cuando estaba internado en terapia intensiva. “Pidió autorización porque no quería despedirse de sus padres muertos, quería compartir tiempo con ellos mientras vivían. La respuesta fue no”, lamentó.
Como reflexión final, insistió en la necesidad de abrir el debate: “Esto nos tiene que hacer pensar a todos: jueces, abogados, hombres y mujeres. Hay vidas que quedan arruinadas por una mentira. No podemos normalizarlo”.