Una investigación científica desarrollada íntegramente en Tierra del Fuego podría representar un cambio significativo para la agricultura local. Se trata de Tricho DF, un bioinsumo formulado a partir de cepas fueguinas del hongo Trichoderma, que mejora el crecimiento de las plantas y actúa como agente de control biológico contra enfermedades. El desarrollo está a cargo de un equipo liderado por Paulina Moya, docente del ICPA de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) e investigadora del CONICET.
“Venimos trabajando hace cinco años en la búsqueda de cepas de hongos locales, que crecen en las condiciones de cultivo de acá”, explicó Moya en una entrevista con La Mañana del Pueblo. El hallazgo se realizó tras múltiples aislamientos de suelo en huertas fueguinas, donde se identificaron dos cepas de Trichoderma capaces de sobrevivir y desarrollarse a bajas temperaturas, una característica poco común en estos microorganismos.
Los primeros ensayos se realizaron en lechuga, con resultados alentadores: “Aumenta el crecimiento de las plantas y disminuye la severidad de una enfermedad que se llama podredumbre gris”, detalló Moya. Esta patología, causada por otro hongo, también afecta cultivos como la frutilla, cuya producción también está presente en la provincia.
Además de sus propiedades como biofertilizante, el hongo fueguino actúa como biocontrolador natural: “Compite con otros hongos patógenos en el suelo y genera metabolitos que benefician a las plantas. Es como un hongo protector”, resumió la investigadora.
Los ensayos se realizaron en colaboración con el INTA, primero en Ushuaia y luego en Río Grande. Moya remarcó la importancia de trabajar con instituciones locales: “Desde el principio venimos trabajando con el INTA, y es clave sostener estos vínculos para seguir investigando. Es fundamental que se mantenga el financiamiento a la ciencia, a las universidades y a los organismos técnicos”.
Actualmente, el equipo se encuentra en la etapa de búsqueda de financiamiento para escalar la producción: “Estamos iniciando el camino para instalar una biofábrica piloto que permita abastecer a los productores locales”, anticipó.
El proyecto, además de su impacto técnico, refuerza la apuesta por la soberanía alimentaria en un contexto de condiciones extremas. “Lo que desarrollamos son hongos que vienen del norte pero no funcionan igual en esta zona. La clave está en que estas cepas son fueguinas, están adaptadas al clima local”, señaló Moya.
Por ahora, Tricho DF fue probado en cultivos de lechuga y se prevé extender las pruebas a frutillas y otros productos locales como tomates. “Nuestro objetivo es ampliar su aplicación y seguir desarrollando bioinsumos adaptados a Tierra del Fuego”, concluyó.