A 53 años de aquel decreto que dio origen a su fundación, Tolhuin sigue creciendo a paso firme, sostenida por el esfuerzo cotidiano de sus habitantes, que la han transformado en una ciudad con identidad propia. En 2012 obtuvo su autonomía municipal mediante la Ley N.º 892, consolidando su lugar en el mapa institucional de la provincia.
La ciudad lleva con orgullo su nombre, que en lengua selk’nam significa “corazón” —Tol-Wen—, una definición que parece ajustarse tanto a su ubicación geográfica como al espíritu de sus vecinos. En las últimas décadas, el impulso local permitió el desarrollo de nuevos barrios, la mejora de las calles, la creación de espacios comunitarios y educativos, y una incipiente oferta turística y cultural que la conecta cada vez más con Ushuaia y Río Grande.
Tolhuin también se ha convertido en el lugar elegido por muchos fueguinos para vivir su jubilación. Su entorno natural, la tranquilidad y el ritmo pausado de vida lo transformaron en un refugio ideal para quienes buscan alejarse del ruido de las grandes ciudades. Cada año, más ex vecinos de Ushuaia y Río Grande deciden establecerse allí, atraídos por la cercanía al lago Fagnano, el contacto con la naturaleza y una comunidad que conserva el espíritu solidario y familiar del interior fueguino.
Pero el crecimiento no estuvo exento de dificultades. Los reiterados cortes de energía, que en algunos casos se extendieron hasta 48 horas, encendieron las alarmas sobre la necesidad de una infraestructura más sólida. Comerciantes y vecinos reclamaron soluciones urgentes a una situación que afecta la vida cotidiana y genera pérdidas económicas.
Tolhuin tiene desafíos: brindar más espacios de formación y capacitación para sus jóvenes. En una ciudad donde la oferta educativa y laboral aún es limitada, la demanda por cursos técnicos, oficios y carreras terciarias crece año a año. Fortalecer estas oportunidades se vuelve clave para evitar la migración de los más jóvenes hacia Ushuaia o Río Grande, y garantizar que el desarrollo de Tolhuin tenga continuidad en las nuevas generaciones que eligen quedarse y construir su futuro allí.
Entre avances y desafíos, la ciudad del corazón fueguino mantiene su esencia: una comunidad que no se resigna, que crece con el trabajo, que apuesta a su gente y que, a 53 años de su fundación, sigue construyendo su historia desde la raíz misma de Tierra del Fuego.