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La UTN encabeza una cruzada nacional para salvar del desguace al ARA San Luís - Red 23 Noticias - Tierra del Fuego

GENERALES | 27 OCT 2025

DEFENSA Y SOBERANÍA

La UTN encabeza una cruzada nacional para salvar del desguace al ARA San Luís

La Universidad Tecnológica Nacional (UTN) impulsa la declaración de Patrimonio Cultural de la Nación para el único submarino argentino que enfrentó y sobrevivió a la flota británica en Malvinas. El objetivo es transformarlo en un museo de memoria viva para las futuras generaciones.




RIO GRANDE.- La Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (FRTDF-UTN) adhiere a una convocatoria abierta de alcance nacional para la puesta en valor del submarino ARA S-32 San Luís. Este navío es el único de la Armada Argentina que combatió a la flota británica en 1982 y logró regresar a puerto. La UTN Fueguina, en conjunto con ingenieros, submarinistas y ciudadanos, busca que la nave sea declarada Patrimonio Cultural de la Nación y reconvertida en un museo interactivo dedicado a la memoria y la soberanía.

El San Luís, a pesar de su pequeño porte, tiene una historia "gigantesca". Durante la Guerra de Malvinas, este submarino de origen alemán (tipo IKL 209), que fue ensamblado en el Astillero Domecq García, mantuvo en vilo a toda la flota británica. Navegó, hostigó y logró sobrevivir al conflicto sin ser detectado. Hoy, 43 años después de su gesta, se encuentra en el Astillero Almirante Storni, en Buenos Aires, a la espera de una decisión que definirá si su destino final es el desguace o la resurrección como un símbolo tangible de la ingeniería nacional, la memoria y la unidad.

Desde el sur, un equipo de ingenieros liderado por la Ing. Alejandra Portatadino, en articulación con Radio Universidad 93.5 MHz (UTN Río Grande) y el medio especializado El Snorkel, lanza un llamamiento a toda la Nación. La iniciativa busca unir voluntades para revalorizar al San Luís, crear sobre su estructura un espacio de memoria viva y ofrecerle al pueblo argentino la oportunidad de "tocar" su propia historia. El lema que motoriza este proyecto —“Queremos acariciarle la pancita al San Luís”— tiene origen en una poderosa metáfora: durante su misión en 1982, el submarino se posó “de panza” sobre el fondo del mar, en aguas circundantes a las Islas Malvinas, dejando una suerte de “huella digital” en territorio argentino. “Cada vez que acariciamos su panza, tocamos simbólicamente el suelo malvinense”, explicó Portatadino. “Buscamos que chicos, jóvenes y adultos puedan entrar, recorrerlo, escucharlo respirar. Que sientan el corazón metálico de aquel guerrero silencioso que defendió nuestra soberanía”.

El San Luís fue mucho más que un instrumento bélico: fue una prueba de ingeniería y un desafío al coraje humano. Su tripulación, al mando de Fernando Azcueta, se enfrentó durante semanas al asedio de una flota británica que estaba equipada con los sistemas antisubmarinos más avanzados del mundo. Pese a todo, la Royal Navy no pudo detectarlo ni hundirlo. Su desempeño en combate fue reconocido incluso por oficiales de la Armada Real, lo que lo convirtió en un verdadero mito naval, conocido como “el pequeño gran guerrero”.

A pesar de la gesta heroica, el San Luís regresó al país para enfrentarse a un enemigo más sutil y persistente: la indiferencia. Décadas de falta de políticas sostenidas para la industria naval y la defensa nacional lo dejaron en una situación de limbo. Hoy, en el Astillero Storni, su estructura de acero resiste al paso del tiempo gracias al cuidado de trabajadores y directivos que impidieron su desguace. “Sería trágico que un símbolo de heroísmo termine convertido en una panchería”, advirtió Portatadino, agregando que “otros países convierten sus buques en museos. Nosotros debemos hacer del San Luís un centro de memoria activa, una lección de soberanía”.

La propuesta central del proyecto es la declaración del ARA S-32 San Luís como Patrimonio Cultural de la Nación y su posterior transformación en un museo interactivo y centro de memoria. El plan contempla una primera fase de limpieza, alistamiento y reacondicionamiento del casco en el lugar donde se encuentra actualmente. Luego, se evaluará su traslado a Puerto Madero, con el objetivo de sumarlo al circuito cultural donde ya están amarradas la Corbeta Uruguay y la Fragata Sarmiento. “El público podrá ingresar y recorrerlo, con proyecciones, sonidos y testimonios que recrearán la vida a bordo —detalló Portatadino—. La idea es que cada visitante sienta el pulso de nuestra historia naval”.

El proyecto hace un llamado a la acción a la Armada Argentina, al Centro Argentino de Ingenieros, al Consejo Profesional de Ingenieros Navales, a las Facultades de Ingeniería Naval de la UTN, la UBA y el ITBA, y a los gobiernos local y nacional.

El objetivo es convocar a la unidad de fuerzas civiles, académicas, empresariales y militares para rescatar un símbolo que es patrimonio de todos. “La UTN es el lugar natural para gestar esta iniciativa”, sostienen desde la Facultad Regional Tierra del Fuego. “Aquí formamos ingenieros con conciencia soberana. Este proyecto no es solo técnico: es un acto de amor a la Patria”. El financiamiento se plantea como una red de colaboración entre instituciones, empresas y ciudadanos. Se ideó un sistema por el cual cada aportante recibiría una pieza simbólica del San Luís, “un tornillo de su historia”, junto con una leyenda de agradecimiento de la Armada y el arma submarina. “Cuando los argentinos nos unimos detrás de una causa justa, no hay obstáculo que no podamos superar”, remarcó Portatadino. “El San Luís puede volver a ser orgullo nacional. Solo necesita que lo acariciemos entre todos”.

El San Luís demostró ser una obra de ingeniería nacional capaz de hacerle frente a potencias extranjeras. Su posterior olvido es un reflejo del deterioro de una Armada que ha perdido capacidad de navegación y producción. No obstante, su rescate puede marcar un punto de inflexión. “Un país sin memoria es un país sin futuro”, reza el documento del proyecto. “Recuperar al San Luís es también recuperar la autoestima industrial, la vocación soberana y el respeto por quienes dieron todo por la celeste y blanca”. Así, desde el confín austral, vuelve a sonar un llamado. Una ingeniera, un puñado de submarinistas, una universidad pública y un sueño colectivo: rescatar al San Luís para que las nuevas generaciones puedan tocar su acero y sentir, en su panza de guerra, el pulso vivo de la historia argentina.