En una jornada cargada de tensión, expectativa y silencios que pesaban más que las palabras, el jurado popular de Resistencia dictaminó lo que buena parte del país esperaba: el Clan Sena fue declarado culpable por el femicidio y la desaparición del cuerpo de Cecilia Strzyzowski, el caso que estremeció a la Argentina y expuso el costado más oscuro del poder político y social chaqueño.
Tras horas de deliberación, el jurado encontró a César Sena culpable del femicidio de Cecilia; mientras que sus padres, Emerenciano Sena y Marcela Acuña, fueron considerados partícipes —necesario y primaria, respectivamente— en el asesinato.
El trío familiar, conocido como “el Clan Sena”, recibió la pena máxima: cadena perpetua.
No fueron los únicos.
Gustavo Obregón, Gustavo Melgarejo y Fabiana González también fueron declarados culpables por encubrimiento, esta última con un agravante por su participación.
La única absuelta fue Griselda Reinoso, quien quedó en libertad inmediata al ser considerada “no culpable” por el jurado.
La lectura del veredicto se vivió como un momento histórico. La figura de Cecilia —su ausencia, su silencio convertido en símbolo— estuvo presente en cada segundo de la jornada.
A las puertas del tribunal, Gloria Romero, madre de la joven asesinada, recibió el fallo con una mezcla de alivio y desgarro. Su abogado, Gustavo Briend, confirmó que “en los próximos días se fijará la audiencia de cesura”, donde se formalizarán las penas correspondientes.
Del lado de la defensa, las reacciones fueron muy distintas.
Ricardo Osuna, uno de los abogados de Emerenciano Sena, adelantó a la prensa que apelarán:
“Era una de las posibilidades del veredicto”, aseguró, intentando quitar dramatismo al fallo. También afirmó que Acuña “está tranquila” porque “ya sabía” que el jurado la iba a declarar culpable.
El femicidio de Cecilia Strzyzowski no fue solo un crimen. Fue una herida abierta que puso al descubierto redes de poder, violencia y complicidades estructurales.
El juicio, seguido paso a paso por todo el país, se convirtió en un emblema de la lucha por justicia y de la capacidad de un jurado popular para enfrentar uno de los casos policiales más sensibles de los últimos años.
Hoy, más de un año después de su desaparición, la verdad judicial llegó.
Y con ella, un mensaje contundente: la Argentina no olvida, y cuando la Justicia llega, lo hace con todo su peso.