USHUAIA.- Un registro audiovisual viralizaro en redes sociales que pretendía mostrar una clásica "experiencia de cocina" en la costa fueguina terminó por desnudar una serie de prácticas prohibidas y la notoria desprotección ambiental en Cabo San Pablo.
La filmación reveló redes de pesca instaladas a pocos metros de la desembocadura del río, un sector de desove biológico, un fogón encendido en un área donde la prohibición de hacer fuego es expresa, y la utilización permanente de un predio que cuenta con un cartel visible de la AREF que advierte "No ocupar tierras".
El primer plano que se observa detrás del contenido es contundente donde se muestra la cartelería oficial de la Agencia de Recaudación Fueguina con la advertencia sobre la ocupación. Sin embargo, el terreno está siendo utilizado con estructuras montadas sin contar con la debida autorización y con una actividad constante. Este contraste explica la situación de fondo: las normas existen, pero el Estado no garantiza su cumplimiento en el territorio.
Al descubierto y a la vista de todos
En este escenario de irregularidades, un influencer chef grabó una experiencia de cocina al aire libre. La escena se presenta como una postal típica fueguina, donde se aprecia la costa, el viento y un plato local. No obstante, a medida que la cámara avanza, quedan en evidencia las prácticas que exceden toda actividad reglamentada.
En una de las tomas se advierte la red colocada cerca de la desembocadura del río San Pablo. Se trata de un punto sensible donde diferentes especies ictícolas ingresan al curso de agua para desovar. En esta zona tan delicada, los peces remontan el río para reproducirse, depositan sus huevos en sectores tranquilos y, semanas después, los juveniles vuelven al mar. Instalar redes en ese punto interrumpe el ciclo biológico completo: se atrapa tanto a los adultos como a los juveniles. Por este motivo, la práctica está vedada desde hace tiempo. Que esto se ejecute a la vista de todos, sin ningún control oficial, exhibe una desprotección ambiental de gravedad.
El material también muestra un fogón prendido en una zona que no está habilitada para hacer fuego. Debido a las condiciones climáticas, el fuerte viento y la fragilidad del ambiente, esta actividad está terminantemente prohibida. Aunque la intención del influencer chef sea compartir un momento culinario, el sitio carece de la habilitación correspondiente.
Sin acción gubernamental
La ocupación del espacio completa el panorama. A pesar de la presencia del cartel de la AREF, el predio es usufructuado de igual manera, sin fiscalización ni apercibimientos. Todo se desarrolla como si fuera un sector de uso privado.
Lo más llamativo es que este punto de Cabo San Pablo está sobre el lateral de la Ruta A, un sector visible y muy transitado. No es un lugar recóndito ni de difícil supervisión. Si en una zona con estas características no aparece un solo inspector, surge la pregunta sobre qué ocurre en los accesos secundarios, en los ríos más internos o en la costa atlántica más agreste.
Con agentes ambientales que perciben un sueldo de mil pesos por hora, sin viáticos ni recursos básicos, el Estado no solamente no logra fiscalizar, sino que tampoco termina de esclarecer si es parte constitutiva del problema. Mientras en la provincia se toleran ocupaciones a la vista de todos, en Buenos Aires se convalida públicamente a aquellos que tomaron tierras en Puerto Almanza.
Y no es el único caso. Jóvenes fueguinos, hijos de conocidos ocupantes irregulares, presentaron en Buenos Aires un proyecto para la "regularización territorial" con el fin de potenciar emprendimientos turístico-gastronómicos en Puerto Almanza y Punta Paraná. Lo hicieron bajo la fachada de un desarrollo formal, cuando la realidad es que iniciaron el proceso ocupando un sector costero sin autorización. Este tipo de acciones refuerza la percepción de que la ocupación irregular no solo no recibe sanción, sino que se legitima y se promueve como un modelo de crecimiento.
El influencer, fuera de todo cuestionamiento
En este contexto, es necesario ser taxativo que no pretende cuestionar al influencer chef, que simplemente documenta la experiencia que encuentra. El centro de la crítica es la inacción del Estado y la sencillez con la que áreas sensibles son ocupadas y utilizadas sin permiso, con prácticas que dañan el ecosistema y el ordenamiento territorial.
La fragilidad del esquema de fiscalización termina de delinear el cuadro. Los trabajadores encargados de recorrer estas zonas perciben mil pesos la hora, carecen de viáticos, no tienen equipamiento y deben trasladarse por sus propios medios a los puntos más distantes. Con estas condiciones de trabajo, es inviable asegurar la presencia estatal.
Cabo San Pablo vuelve a exponer una problemática que la provincia conoce en detalle: las normativas existen, pero su aplicación es nula en el territorio. La ocupación irregular, la pesca no permitida y la falta de controles no solo deterioran el medioambiente, sino que transmiten un mensaje preocupante: existen sectores de Tierra del Fuego donde cualquier persona siente que puede instalarse, iniciar un emprendimiento y moverse sin que se ejerza una intervención estatal.