RIO GRANDE.- Alumnos del 4° grado “C” del turno tarde de la Escuela N°7, “El Abrazo de Maipú” de esta ciudad, clausuraron el proyecto anual “Tierra del Fuego, historias que brotan” con la presentación de un innovador dulce de tomate.
La idea central fue combatir el consumo de alimentos procesados con exceso de sal y azúcar. La docente Gabriela Troncoso, líder de la propuesta, explicó a la prensa que la necesidad de adaptar el trabajo surgió por un problema estructural de la institución y que se remite a que “la escuela 7 tiene un invernadero, pero no está en condiciones de ser utilizado y no tenemos los recursos para poderlo usar. Se está cayendo y es peligroso para que los chicos puedan ingresar y trabajar ahí”.
Ante esta problemática, el equipo docente, integrado por Dayana Vivas, Selva Cortez, Judith Ramos y Cristina Ponce, decidió convertir el problema en una nueva propuesta y se decidió armar un invernadero dentro del aula, extendiendo la participación a los salones de 1°, 2° y 3° grado del primer ciclo.
El proyecto combinó todas las áreas, en el marco de la jornada extendida o "sexta hora". Troncoso detalló la integración curricular: “Trabajamos todo lo que es prácticas de lenguaje, matemática a través de una propuesta distinta, con lecturas de texto, con juegos matemáticos, a través de actividades prácticas, plásticas y artísticas”.
El desafío de “engañar” al paladar
El proyecto tomó impulso al trabajar con el cuento, “Yo nunca jamás comeré un tomate”, que trata sobre un personaje que detesta las verduras. Esto llevó a los alumnos a plantearse una pregunta práctica: ¿cómo transformar el tomate para no comerlo solo en ensalada?
La solución creativa fue la elaboración de un dulce de tomate. “Los chicos nunca probaron un dulce de tomate, y están acostumbrados a comer en ensaladas, salsas… siempre salado”, comentó Troncoso. Con la ayuda de dos mamás para la etapa de calor y fuego, los estudiantes se hicieron cargo de pelar, pesar y picar los ingredientes.
Además del trabajo en la cocina, los alumnos diseñaron la etiqueta del frasco. Luego de un concurso en el aula, la etiqueta ganadora fue elegida para representar el producto, incluyendo un código QR que permite escanear y acceder a la receta completa, para que las familias puedan replicarla en casa.
La experiencia fue altamente positiva. “Fue una experiencia muy gratificante porque es muy difícil a veces que los chicos se quieran quedar en la jornada extendida y traer propuestas interesantes para los chicos y atraerlos también es un desafío”, cerró Troncoso, destacando que las familias se involucraron con mucho entusiasmo. La escuela N°7 planifica implementar el próximo año la jornada ciclada con la huerta escolar, enfocándose en la selección de semillas, el armado de invernaderos y el compostaje.