Hablar de Esteban “Chiquito” Martínez es recorrer una parte fundamental de la historia política, institucional y social de Río Grande. Referente reconocido, dirigente con fuerte arraigo territorial y protagonista de distintas etapas de la vida pública de Tierra del Fuego, su nombre quedó profundamente ligado al crecimiento de la ciudad y a una forma cercana, comprometida y humana de hacer política.
Con el regreso de la democracia en 1983, Martínez asumió la Intendencia de Río Grande, cargo que desempeñó hasta 1991. Fueron años decisivos para la ciudad, marcados por el desafío de reconstruir las instituciones democráticas y, al mismo tiempo, acompañar un proceso de expansión urbana, demográfica y productiva sin precedentes. Durante ese período, su gestión quedó asociada en el inconsciente popular como una de las etapas fundacionales del Río Grande moderno.
Bajo su conducción, la ciudad comenzó a ordenarse y proyectarse, sentando bases administrativas, urbanas y sociales que resultaron clave para el crecimiento posterior. Ese trabajo sostenido lo vinculó definitivamente con la historia grande de Río Grande y lo consolidó como uno de los gestores fundamentales del desarrollo local, reconocimiento que aún hoy permanece vivo en la memoria colectiva de vecinos y vecinas.
Posteriormente, Esteban “Chiquito” Martínez fue diputado nacional, representando a Tierra del Fuego en el Congreso de la Nación en una etapa en la que la provincia comenzaba a afirmar su presencia en el escenario político nacional. Desde ese rol, defendió los intereses fueguinos y participó activamente en debates centrales para el futuro del distrito y del país.
Más allá de los cargos que ocupó, Martínez construyó su trayectoria desde una fuerte identidad local. Conocedor profundo de la historia de Río Grande, fue testigo y protagonista de su transformación: de una ciudad pequeña a un centro urbano dinámico, atravesado por la industria, el trabajo y la organización comunitaria. Esa memoria viva del “viejo Río Grande” fue siempre parte de sus charlas y reflexiones, no desde la nostalgia, sino como punto de partida para pensar el presente y proyectar el futuro.
En el plano personal, estuvo casado con Rosario, compañera inseparable de su vida, con quien compartió años de compromiso político, social y familiar. Quienes lo trataron destacan su sencillez, su trato cordial y su permanente disposición al diálogo, cualidades que lo acercaron siempre a la comunidad.
Hasta hace no mucho tiempo, era habitual verlo recorrer la ciudad, hacer las compras cotidianas o participar de los eventos más convocantes de Río Grande. Siempre amable y predispuesto, se detenía a conversar con vecinos y vecinas, a intercambiar recuerdos, opiniones y miradas sobre la ciudad que ayudó a construir. En esas charlas informales emergía su vocación política entendida como herramienta de transformación colectiva.
Lejos de retirarse del debate público, continuó participando en encuentros políticos y espacios de reflexión, aportando su experiencia y su mirada estratégica, convencido de que el intercambio de ideas y la participación ciudadana son pilares fundamentales para el desarrollo de Río Grande y de Tierra del Fuego.
Esteban “Chiquito” Martínez dejó una huella que trasciende los cargos que ocupó: la de un dirigente profundamente comprometido con su ciudad, cercano a la gente y con una visión de futuro construida desde la memoria, el diálogo y la participación. Su figura forma parte indeleble del entramado histórico de Río Grande y de una generación que entendió la política como servicio y como herramienta para el crecimiento colectivo.