Sofía Herrera cumplió 21 años

RIO GRANDE.- La provincia de Tierra del Fuego vivió una jornada de profunda sensibilidad social al cumplirse el vigésimo primer aniversario del nacimiento de Sofía Herrera. La joven tenía apenas tres años y ocho meses aquel 28 de septiembre de 2008 cuando fue vista por última vez en un camping cercano a la ciudad de Río Grande.

Lo que debía ser un domingo de esparcimiento familiar junto a una pareja amiga se transformó en una de las búsquedas más extensas y dolorosas de la historia criminal argentina después de que la menor se perdiera de vista en un lapso de pocos minutos.

Aquel operativo inicial no arrojó resultados positivos pese al despliegue inmediato de las fuerzas de seguridad y el esfuerzo desesperado de sus padres por encontrar algún rastro en la zona. Con el paso de las décadas, el nombre de Sofía se instaló en el centro de la memoria colectiva nacional como un emblema de la incertidumbre.

Al llegar este martes a la mayoría de edad, su madre María Elena Delgado volcó sus sentimientos en las redes sociales para compartir el vacío que genera la ausencia en una fecha que debería haber sido de celebración familiar.

En sus palabras, Delgado describió el dolor que representa no poder festejar los logros y sueños de una joven que hoy podría estar cursando una carrera universitaria o incluso formando su propia familia.

La mujer recordó la inteligencia de Sofía durante su primera infancia y lamentó que alguien hubiera interrumpido ese futuro de posibilidades. El relato también hizo hincapié en el momento del nacimiento de su hija como el día más feliz de su vida, contrastando drásticamente con la angustia actual de no saber dónde dirigir su afecto.

La experiencia de esta familia fue retomada recientemente por medios de Comodoro Rivadavia en el contexto de otras desapariciones de personas mayores en esa localidad. En dicho espacio, la madre de Sofía detalló las carencias del sistema estatal y el agotamiento emocional que conlleva una búsqueda prolongada donde abundan las pistas falsas y escasean los datos certeros.

Para Delgado, la falta de preparación de la Justicia para estos casos específicos genera una desesperación que solo se puede sobrellevar mediante el apoyo mutuo entre familias que atraviesan circunstancias similares.

En el plano judicial, el caso mantiene un foco concreto desde que el Juzgado de Instrucción Número 1 de Río Grande solicitara a Interpol la captura internacional de José Dagoberto Díaz Aguila. Este hombre es un jornalero de nacionalidad chilena apodado como Espanta la Virgen que cuenta con documentos argentinos y antecedentes laborales en el sector de la construcción fueguina. La orden de detención emitida por el magistrado Daniel Césari Hernández busca dar con el paradero de este sujeto quien podría estar oculto en las inmediaciones de Punta Arenas.

La imputación contra el sospechoso se sostiene sobre dos pilares fundamentales que surgieron o se revalorizaron tiempo después de la desaparición. El primero corresponde a la declaración de un suboficial de policía que aseguró haber tenido un diálogo con el sospechoso donde este afirmaba conocer el paradero de la niña, aunque dicho testimonio fue desestimado inicialmente. El segundo elemento es el relato de un testigo presencial que en aquel entonces tenía seis años y que brindó las características necesarias para la elaboración de un identikit.

Aquel niño que hoy ya es un adulto de 18 años ratificó su versión ante las autoridades judiciales actuales, lo que permitió dar firmeza a la pista del jornalero chileno. A pesar de que Díaz Aguila registraba un domicilio fijado en Río Grande y deudas menores con entidades crediticias locales, su rastro se perdió hace tiempo. La causa sigue abierta bajo la premisa de que la incertidumbre sobre lo ocurrido aquel día de campo es un escenario que la sociedad y la familia no pueden aceptar como definitivo.