

La huelga general de este miércoles dejó una postal clara en Tierra del Fuego: actividad prácticamente nula en los sectores público y privado. La protesta, impulsada por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y acompañada por sindicatos de la CGT, CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores, tuvo una adhesión que rozó el 100% en toda la provincia.
La medida fue especialmente visible en Río Grande, donde todas las plantas electrónicas y metalúrgicas detuvieron su producción. Empresas como Mirgor, Newsan, BGH e IATEC sólo mantuvieron guardias mínimas, en medio del temor creciente por el impacto de la baja de aranceles dispuesta por el Gobierno nacional.
Desde la UOM, su secretario general Abel Furlán sostuvo que “estas decisiones ponen en jaque a más de 7.000 puestos de trabajo y amenazan con desmantelar el entramado industrial de la isla”. La protesta buscó visibilizar ese riesgo y exigir respuestas urgentes.
Docentes, estatales, bancarios, camioneros, empleados de comercio, textiles y de servicios se plegaron a la jornada. En Ushuaia, hubo movilización desde la Planta 3 hasta la Plaza Cívica; en Río Grande, los manifestantes coparon el centro cívico y zonas fabriles con pancartas y bombos bajo el lema: “Sin industria no hay futuro”.
Carlos Margalot, dirigente de ATE Río Grande, fue categórico: “Nos preocupa el silencio de los representantes de La Libertad Avanza ante este ajuste. Acá está en juego el trabajo de miles de familias”.
Desde el oficialismo nacional, el diputado Santiago Pauli (LLA) criticó con dureza la jornada: “Las prácticas sindicales que paralizan la provincia no representan al futuro productivo que queremos para Tierra del Fuego. Necesitamos gremios que acompañen la transformación, no que frenen el desarrollo con extorsiones”.
El intendente de Río Grande, Martín Pérez, expresó su respaldo a los trabajadores: “Hoy la provincia expresó con contundencia su rechazo a políticas que ponen en riesgo nuestra principal fuente de empleo. Es necesario que Nación escuche este mensaje y convoque a una mesa de diálogo seria para discutir el futuro de Tierra del Fuego”.
Pérez, además, instó a preservar la paz social y advirtió que “sin industria, no hay ciudad posible”.
Industria fueguina: paralización total en las plantas electrónicas y metalúrgicas.
Comercio y transporte: más del 90% de los comercios cerrados; taxis y remises sin circular.
Educación: sin clases en toda la provincia por adhesión del SUTEF.
Administración pública: sólo se garantizó atención mínima en salud y emergencias.
El paro dejó en claro que Tierra del Fuego no está dispuesta a quedar al margen del debate nacional. Con una movilización transversal, la provincia mostró su rechazo a un modelo económico que amenaza con profundizar la desigualdad en las regiones más alejadas.
El desafío ahora será político: transformar la protesta en una instancia de diálogo real que preserve la industria, el empleo y el futuro fueguino.