

Los primeros en llegar lo hicieron a las 23 horas del miércoles, y hasta las 17 horas del jueves la fila seguía creciendo. Con más de 160 puestos disponibles, 110 ya estaban previamente reservados por los organizadores, lo que redujo significativamente la disponibilidad para el resto.
"Icona" es uno de los tantos emprendimientos que buscan un espacio. Su fundadora, que comenzó vendiendo pan casero, contó cómo fue construyendo su negocio actual de tazas y pijamas. "El Don Bosco es como el shopping de Río Grande, entonces a la gente le sirve un montón", explicó. “Gracias a Dios, mi pareja vino temprano a hacer fila. Después vine yo, con todo el frío, pero si vas al Don Bosco, algo se vende”, dijo mientras esperaba su turno con el monotributo en mano para abonar el puesto.
El procedimiento para obtener un espacio es simple pero competitivo: se forma la fila, se presentan los papeles, se paga y luego el organizador informa por privado la ubicación asignada. Los precios pueden variar considerablemente según la época del año y el organizador. “A fin de año suelen subir el doble. El año pasado estaban entre 45 y 50 mil pesos”, comentaron los emprendedores a la TV Publica.
Entre quienes hicieron la fila se encontraba una familia que impulsa el proyecto leo.checkin en instagram, dedicado a la venta de remeras, regalería y llaveros. "Empezamos en casa hace tres años, abrimos un showroom y hoy la feria es un ingreso clave", contaron. "Es mucha la gente que pasa por ahí los domingos, más que en cualquier otro lugar. Vivimos de esto", aseguraron.
Alejandro, creador de San Bernardo, lleva cuatro años con su emprendimiento de indumentaria temática de anime. “Empecé con una mesa prestada, dos caballetes y unas remeras. Nunca conseguí trabajo estable, tiré currículums por todos lados. La feria es mi único sustento, el mío y el de mi pareja”, explicó.
La escena del jueves fue un reflejo claro de la situación económica actual: cientos de personas buscando una oportunidad para trabajar por cuenta propia. “Yo vine a las 6:30. Por suerte tengo un amigo, Huesito, que vive cerca y nos dio una mano con el mate y para ir al baño. Después seguro me cobra, pero se la bancó”, bromeó Alejandro.
La Feria del Don Bosco no solo representa un espacio de ventas: para muchos es una forma de sobrevivir en medio de la falta de empleo formal. Más de 600 familias dependen de estos ingresos. "La necesidad nos empuja a emprender, y la feria nos da esa posibilidad", concluyó uno de los tantos feriantes que esperan, con frío pero con esperanza, su lugar en esta vidriera comercial de la ciudad.