

El rescate se llevó a cabo el domingo pasado y tuvo como protagonista a Alfonso Lavado, guía experimentado, quien relató por FM Del Pueblo, cómo lograron ubicar a las víctimas a tiempo. “Estábamos listos para el último descenso del día cuando, por pura casualidad, miramos hacia una ladera que ya habíamos recorrido. Fue entonces cuando notamos un movimiento mínimo: era una mano saliendo de la nieve. Ahí pusimos en marcha todo el protocolo”, detalló.
Lavado explicó que el operativo demoró alrededor de media hora, gracias a que lograron localizarlos sin necesidad de detectores electrónicos, aunque esto expuso una falencia recurrente: los excursionistas no contaban con el equipo mínimo de seguridad que se recomienda para transitar zonas con riesgo de desprendimientos. “No llevaban detector de víctimas de avalanchas, sonda ni pala. Elementos básicos que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte”, remarcó.
Para el guía, el incidente pone de relieve la falta de formación y cultura de montaña en la provincia. “Muchos no saben identificar señales previas como una placa de viento o ese ‘buff’ característico que indica que la nieve se va a desprender. La mayoría no entiende su importancia ni cuenta con entrenamiento para reaccionar”, señaló, preocupado.
Sobre las limitaciones de acceso que rigen en sitios sensibles como las cuevas del Vinciguerra o el glaciar Albino, Lavado fue categórico: “Restringir no alcanza. Necesitamos más educación y profesionales que acompañen. Un guía no te garantiza que no pase nada, pero sí reduce enormemente los riesgos”.
A quienes piensen aventurarse por cuenta propia, Lavado dejó una recomendación clara: “Lo más sensato es contratar un guía habilitado. Ellos conocen cada rincón, saben leer la montaña, manejan protocolos de emergencia y están en contacto con la comisión de auxilio”.
Por último, recordó que el INFUETUR publica de forma actualizada el registro oficial de guías certificados y que en Ushuaia hay varias agencias que ofrecen excursiones seguras, conducidas por expertos en trekking y actividades invernales. “El equipo cuesta caro, pero la vida vale mucho más”, concluyó.