

Tras la votación caliente del Senado, donde la oposición impuso por mayoría agravada las leyes de movilidad jubilatoria y extensión de la moratoria, el presidente Javier Milei ya anticipó que vetará las normas. Sin embargo, la oposición amenaza con insistir en Diputados con los dos tercios necesarios para forzar su aplicación. Y el Gobierno ya no tiene asegurado ese tercio que lo blindó en septiembre del año pasado.
Para sostener el veto, el oficialismo necesita al menos 86 diputados firmes. Pero ese número hoy está en duda. La fidelidad de muchos legisladores que en 2024 votaron alineados con el Ejecutivo se resquebrajó. El contexto cambió: los gobernadores, antes disciplinados, ahora alzan la voz frente al ahogo financiero, la obra pública paralizada y el desempleo creciente en sus provincias.
La señal fue clara: el acto oficial del 9 de Julio debió suspenderse por falta de mandatarios. Y el 2 de julio en Diputados, se consolidó una rebelión que incluyó votos de bloques provinciales clave y hasta deserciones internas del propio oficialismo.
En esa sesión, el Gobierno perdió respaldo de sectores que antes le daban margen:
Marcela Pagano (LLA) votó con la oposición.
El bloque MID, que en septiembre respaldó al Ejecutivo, ahora se partió: solo una diputada votó con el oficialismo.
Radicales con peluca: tres ausentes, dos votaron con la oposición.
Bloque Independencia (Tucumán): los tres votaron a favor de los aumentos jubilatorios.
San Juan (Producción y Trabajo): una votó a favor de la ley, otra se ausentó.
PRO: larretistas como Baldassi y González ya no están alineados. Entre los macristas, hay incertidumbre total.
Innovación Federal: bloque clave de ocho diputados provinciales. En septiembre se abstuvieron, ahora se rebelaron seis de ellos y ninguno votó en contra.
Aliados históricos como MPN y Santa Cruz también giraron su voto hacia la oposición.
Con el quiebre de esos apoyos, el número mágico de 86 se vuelve esquivo. En la Casa Rosada ya hacen cálculos urgentes para contener más fugas y repatriar aliados desencantados. Pero el desgaste es notorio, el “pacto fiscal” ya no ordena y los condicionamientos políticos y sociales de las provincias pesan más que la billetera vacía del Estado nacional.
La sesión que pondrá en juego el veto presidencial se realizará tras las vacaciones de invierno. Hasta entonces, el Gobierno deberá negociar voto a voto, con menos márgenes que nunca, y con la posibilidad real de una segunda derrota parlamentaria que desmorone el relato de “liderazgo sólido” que Milei intenta mantener.
El revés en el Senado no fue solo legislativo. Fue un mensaje político: la coalición del ajuste cruje y las provincias se rebelan. Si Diputados ratifica la ley jubilatoria y derrota el veto, no solo gana la oposición: tambalea el corazón del plan libertario.