

En una entrevista por FM Del Pueblo, Dora Sánchez, referente de la Unión de Empleadas Domésticas de Tierra del Fuego, expuso la profunda insatisfacción de las trabajadoras del sector con la última paritaria nacional de casas particulares. Según explicó, tras seis meses sin actualizaciones salariales, la comisión paritaria resolvió un incremento del 3,5% acumulativo de enero a junio, sumado a un 1% mensual para julio, agosto y septiembre. Además, se estableció un bono no remunerativo que varía entre $4.000 y $10.000, dependiendo de las horas trabajadas.
“Estoy siendo irónica, se resolvió un terrible aumento. Es lo que hay”, lanzó Sánchez, dejando claro su descontento. “Todavía estoy masticando la bronca, pero sabemos que dentro de este contexto nacional no se iba a homologar más del 1%”, agregó.
Sánchez advirtió que, aunque los acuerdos paritarios fijan pisos salariales mínimos, muchos empleadores no pagan por encima de esos valores ni reconocen la totalidad de las tareas realizadas. “Estos son los mínimos. Pero está la empatía de acordar valores mayores. Ningún empleador quiere pagar más de lo que dice el boletín oficial, y a veces ni eso porque se publica con meses de retraso”, relató.
En ese sentido, recordó la disolución del Ministerio de Trabajo y la falta de autoridades para firmar actas paritarias como causas del retraso en las publicaciones oficiales. “Parece que como no somos importantes, no era relevante resolverlo rápido”, ironizó.
Sánchez detalló que en Tierra del Fuego la mayoría de las trabajadoras no alcanza jornadas completas: “Son pocas las que trabajan ocho horas estables. El promedio son cinco o seis horas por día”, explicó. También señaló cómo las empleadas suelen quedar encuadradas en categorías incorrectas: “Yo misma estuve registrada como tareas generales menos de 12 horas, cuando cuidaba a un niño de 7 a 16 y limpiaba toda la casa”, relató como ejemplo.
“Siempre les digo a las compañeras: de onda, nada. Hoy lavo los platos, cuelgo la ropa, plancho mientras el bebé duerme… No, de onda nada. Hay que hablar claro desde el inicio”, enfatizó.
La referente fue contundente al describir la precariedad: “Eso es abuso. Nos usan de transporte escolar, de niñera, de limpieza y nadie lo reconoce. Además, muchas veces una calla por miedo a perder el trabajo”. Aun así, rescató casos de empleadores que, “entre un millón”, se comportan con solidaridad, como la historia de una empleadora que costeó la operación de una trabajadora diabética.
Finalmente, Sánchez reiteró la importancia de revisar recibos y aportes: “Siempre perdemos nosotras. Si no pagan en término, después no tenemos obra social y se complica todo”.
Antes de cerrar, pidió responsabilidad: “Cada compañera puede acordar más que estos aumentos mínimos y cada empleador no se va a fundir por reconocer la forma de trabajo y la responsabilidad que tenemos”.
La situación evidencia la vulnerabilidad de un sector que, según la propia Sánchez, “pierde siempre” frente a la inflación y la falta de control estatal.