

Según explicó YPF en un comunicado oficial, la suba responde al “seguimiento permanente que la compañía realiza sobre las principales variables que impactan en los costos de producción, en especial la variación del precio del crudo”.
Desde hace algunos meses, YPF comenzó a aplicar una política de precios dinámicos, que permite realizar aumentos más frecuentes, segmentados por región, horario y demanda. Para esto, la empresa cuenta con un nuevo Centro de Monitoreo en Tiempo Real (RTIC), que le permite tomar decisiones comerciales basadas en datos instantáneos de sus estaciones de servicio en todo el país.
Esto significa que los precios pueden variar incluso dentro de una misma jornada, según el comportamiento del mercado. Una lógica similar a la que usan las aerolíneas o las apps de transporte, pero aplicada a la carga de combustible.
Si bien el Gobierno nacional busca evitar saltos bruscos en los precios que presionen la inflación, lo cierto es que el mercado de combustibles ya no está regulado por precios máximos ni acuerdos de congelamiento, como ocurría hasta hace poco. Las petroleras, incluida YPF, ajustan según el valor del barril internacional, el tipo de cambio y la demanda local.
Además, la actualización del impuesto a los combustibles líquidos (ICL) sigue siendo una amenaza latente para futuros aumentos, que se postergaron varias veces pero que podrían aplicarse en agosto.
Con este nuevo aumento, llenar un tanque de nafta en Argentina vuelve a costar más, en un contexto donde los salarios siguen perdiendo contra la inflación y el consumo interno muestra signos de retracción. Muchos automovilistas ya comenzaron a modificar hábitos: cargar menos litros, usar más el transporte público o directamente reducir el uso del vehículo.
El nuevo ajuste de YPF pega en el corazón del bolsillo popular, y aunque para la empresa se trata de una estrategia de eficiencia comercial, para miles de argentinos es un golpe más en un año que no da tregua.