

Mientras los vivos de streaming suelen estar dominados por influencers, debates políticos o realities, esta vez el asombro vino desde lo más profundo del océano. Literalmente.
Una expedición científica encabezada por investigadores del CONICET, junto al Schmidt Ocean Institute, logró algo sin precedentes: transmitir en vivo desde el fondo del Atlántico, a más de 3.900 metros de profundidad, en el Cañón Submarino de Mar del Plata. Y lo que sucedió en esa emisión fue pura maravilla científica... y un fenómeno viral.
La transmisión rompió récords: más de 50.000 personas se conectaron en simultáneo para ver animales marinos nunca antes registrados en esa zona, fondos oscuros iluminados por focos robóticos, y hasta basura plástica con inscripciones chinas, hallada a más de mil metros de profundidad.
La transmisión superó en audiencia a canales como Luzu TV o Neura. Las redes estallaron en memes, capturas y comentarios, convirtiendo a la ciencia en trending topic nacional. “Le ganaron a todos... y desde el fondo del mar”, celebraban usuarios en X.
Lo que mostraron las cámaras del robot submarino SuBastian fue fascinante: esponjas carnívoras, estrellas de mar abisales, rayas nunca vistas y estructuras geológicas que podrían tener millones de años. “Estos ecosistemas son verdaderos oasis submarinos, casi intactos”, explicaron desde el equipo científico.
Pero también hubo una cara amarga: una bolsa de plástico flotando entre corales profundos encendió la alerta sobre la contaminación marina.
“La gente desde su casa pudo ver en tiempo real lo que veíamos nosotros en las pantallas del buque. La ciencia deja de ser algo lejano y se vuelve parte del día a día”, dijo emocionado Daniel Lauretta, jefe de la expedición por CONICET.
El proyecto no termina en esta misión. Todo lo recolectado será publicado en plataformas de acceso abierto y se usarán imágenes para crear contenidos educativos. También se desarrollarán modelos 3D del fondo marino y experiencias interactivas para escuelas.
Esta expedición no solo exploró un territorio inexplorado del país. También demostró el enorme valor de la ciencia pública argentina, capaz de generar conocimiento, conciencia ambiental y conexión real con la ciudadanía.
Porque esta vez, la emoción vino del silencio azul del fondo del mar. Y fue nuestra.