

Por: Por Redacción
En el oficialismo provincial, el espacio que lidera el gobernador Gustavo Melella aún no logra articular una propuesta clara. La posibilidad de acompañar al justicialismo aparece nuevamente sobre la mesa, aunque con múltiples desencuentros propios que tensan el debate sobre quién encabezará las listas. Mientras tanto, el Movimiento Popular Fueguino, en una relación definitivamente terminada con Forja, provoca un nuevo armado.
Por su parte, el intendente de Río Grande, Martín Pérez, se perfila como uno de los dirigentes con mayor proyección provincial. Junto a su par de Tolhuin, Daniel Harrington —ambos de origen peronista— suenan como figuras clave en la construcción de un nuevo espacio: Provincia Grande, que podría ofrecer al electorado como una alternativa tanto al oficialismo nacional como provincial. Aunque las conversaciones aún están en curso, varios partidos ya manifestaron interés en integrarse a este armado alternativo.
En el peronismo tradicional, los sectores ligados al kirchnerismo especulan con una lista de senadores encabezada por una figura de alto perfil provincial, que funcione como “testimonio de resistencia” frente a las políticas del gobierno de Javier Milei. Sin embargo, las heridas internas abiertas y la conducción personalista del vuotismo han desdibujado cualquier intento de construir aquella vieja lista de unidad. La idea de un gran frente del campo popular, al menos por ahora, parece totalmente descartada.
En la vereda opuesta, La Libertad Avanza se prepara para competir con candidatos propios, aunque aún no logra articular un frente sólido en la provincia. Los libertarios fueguinos mantienen conversaciones con sectores del alicaído PRO y del radicalismo disidente, pero las diferencias internas y la falta de liderazgo territorial dificultan la conformación de un espacio verdaderamente competitivo. Todo indica que la boleta liberal será “pura”, sin incorporaciones de peso y empujada por la imajen del Presidente de la Nación.
La eterna “Chispita” Fadul, referente histórica de la política fueguina, mantiene viva su presencia en Ushuaia a través del partido Somos Fueguinos. Con un estilo inconfundible y un electorado fiel en la capital provincial, su figura vuelve a asomar en el escenario electoral. Sin embargo, su escasa inserción en Río Grande vuelve a ser un desafío central: sin un socio fuerte que la respalde en el norte de la isla, su cruzada hacia una banca nacional podría transformarse, una vez más, en un esfuerzo testimonial. Las conversaciones avanzan, pero la falta de estructura territorial y alianzas sólidas fuera de Ushuaia amenazan con dejarla otra vez al borde del umbral.
La Unión Cívica Radical, con escasa presencia pública, evalúa reeditar una alianza electoral que le permita sostener la reelección del senador Pablo Blanco como único objetivo. Muy lejos quedó el tiempo en que el radicalismo fueguino contaba con estructura, representación y solvencia política. Hoy, el partido está atravesado por internas: algunos sectores coquetean con el mileísmo, mientras otros intentan marcar distancia.
Hasta el momento, lo que se impone es la escenificación: todos buscan “parecer” estar del lado correcto de la grieta, ya sea en la defensa de los intereses fueguinos o en la adhesión sin matices al modelo de ajuste. Pero la construcción de acuerdos reales, amplios y programáticos sigue siendo una deuda persistente del sistema político local.
Este jueves se sabrá si lo que prevalece es la estrategia electoral o el compromiso con un proyecto serio para Tierra del Fuego. Por ahora, abundan los nombres, las reuniones y las fotos; lo que falta, una vez más, son los acuerdos.