

La Comisión Mixta N°1 y N°3 se reunió con menos de 24 horas de notificación, convocando a representantes de diversos sectores—ambientalistas, cámara de comercio, productores e incluso la ministra de Producción y el subsecretario de Pesca—para debatir el futuro de las salmoneras. Tras un extenso debate, se decretó un cuarto intermedio para retirar a los invitados. Solo quedaron presentes alrededor de cinco o seis legisladores.
Villegas relata que, durante esa instancia, consultó a la presidenta de la comisión, legisladora Colaso, sobre la intención de avanzar con un dictamen. Su respuesta fue clara: “No estaba de acuerdo como presidenta de la comisión… no tenía la voluntad de poner a consideración la votación para un dictamen”. Sin embargo, minutos más tarde conoció que, en su ausencia y sin su consentimiento, se firmó un despacho de comisión.
Como consecuencia, Colaso emitió un contundente comunicado en redes sociales, afirmando que la votación se realizó a sus espaldas: “Eso se hizo en su ausencia y sin su consentimiento”, denunció Villegas, remarcando el carácter irregular del procedimiento.
Villegas no duda: “Creo que el proceso de formación de esta ley… se encuentra viciado de legalidad”. Justificó su postura fundamentándose en lo que establece la Constitución provincial, el reglamento interno y el reglamento de comisiones, que delimitan funciones exclusivas de los presidentes: convocar reuniones, fijar temario, dirigir debates y poner a votación los dictámenes. Según el legislador, en este caso “se rompieron las reglas parlamentarias”.
El legislador considera que, en ausencia de la presidenta, las alternativas eran claras y legítimas: removerla de su cargo o permitir que la vicepresidencia (si existiera) convoque una nueva sesión con las formalidades pertinentes. Nada de eso sucedió, según Villegas.
Más allá de la controversia institucional, Villegas reafirmó su posición respecto a las salmoneras: se opone a revocar la prohibición vigente —habilitada por la ley 1.355— y sostiene que es posible impulsar una acuicultura sostenible distinta al modelo de jaulas flotantes al estilo chileno, altamente lesivo al medioambiente y concentrador de riqueza. En este sentido, apoya proyectos como los de cultivo de mejillones en el canal Beagle o crianza de truchas en la zona de La Almanza, enmarcados en un enfoque distributivo y ecológicamente responsable.