domingo 17 de agosto de 2025 - Edición Nº2447

Generales | 17 ago 2025

Un fallo inédito

Una juez, un padre y El Principito: cuando la Justicia también enseña

11:57 |Un padre que había solicitado dejar de pagar la cuota alimentaria de sus hijos fue obligado por la Justicia a leer el clásico “El Principito” y volver al tribunal el próximo 26 de agosto para explicar qué enseñanza le dejó.


La decisión fue tomada por la jueza de Familia, Niñez y Adolescencia N°4, Carolina Macarrein, quien rechazó el pedido del hombre de suspender la cuota destinada a su hija de 21 años, con el argumento de que ya no tenía vigente el certificado que acredita su discapacidad.

La magistrada no solo desestimó la solicitud, sino que fue tajante: la actitud del progenitor evidenciaba una “falta de empatía y de corazón” hacia sus hijos, uno de ellos con discapacidad y otro con problemas de salud.

“Ser padre no se limita a cumplir con una obligación económica; también implica acompañar, comprender y sostener emocionalmente a los hijos, especialmente cuando se encuentran en situación de vulnerabilidad”, escribió en su resolución.

Un fallo con mensaje social

Lejos de una sanción tradicional, la jueza buscó enviar un mensaje pedagógico y humano. Eligió El Principito porque en sus páginas se transmiten valores universales: el amor, la amistad, el cuidado de los vínculos y la importancia de lo esencial, eso que “es invisible a los ojos”.

El objetivo, explicó Macarrein, es que el padre pueda reflexionar sobre el impacto que sus decisiones tienen en la vida de sus hijos, entendiendo que la paternidad no se mide solo en pesos, sino en presencia, ternura y responsabilidad.

La crudeza detrás del gesto

Más allá de lo llamativo de la medida, lo que queda expuesto es una realidad dura: un padre que intenta desligarse de la obligación de sostener a hijos vulnerables. Y una Justicia que, al menos en este caso, se animó a salir de los moldes tradicionales para recordar que la familia no se sostiene únicamente con dinero.

Este fallo es inédito en el país y seguramente abrirá debate: ¿es válido que los jueces recurran a herramientas simbólicas para interpelar la conciencia de los padres? ¿O la Justicia debe limitarse a sanciones más duras?

Lo cierto es que la decisión de Macarrein marca un precedente y deja un recordatorio claro: ser padre no es una carga administrativa, es un compromiso vital que no expira ni se certifica.

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