

La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de ley que plantea atrasar 60 minutos los relojes en todo el país. La iniciativa, que ahora pasará al Senado, busca alinear a la Argentina con un huso horario que permitiría mayor aprovechamiento de la luz solar, generando un posible ahorro de energía y mejoras en la calidad del descanso.
Con el cambio, el amanecer y el anochecer se producirían una hora más temprano. La discusión abrió un fuerte debate entre quienes destacan los beneficios de la modificación y quienes advierten sobre los perjuicios en la rutina social, laboral y en la salud.
De acuerdo con los argumentos presentados en el recinto y el respaldo de especialistas, los principales puntos a favor serían:
Ahorro energético: al aprovechar mejor la luz natural, se reduciría el consumo de iluminación artificial.
Descanso y salud: los ritmos biológicos se adaptarían mejor a los ciclos naturales de luz y oscuridad.
Educación: los estudiantes comenzarían las clases con mayor claridad al amanecer, lo que podría mejorar la atención.
Seguridad: más luz durante la mañana disminuiría situaciones de riesgo en la vía pública.
Sin embargo, la propuesta también genera reparos en distintos sectores:
Oscurecerá más temprano: actividades sociales, deportivas y comerciales de la tarde se verían afectadas.
Impacto en el trabajo: empresas y empleados deberían reorganizarse para coordinar con países que mantienen el huso horario GMT-3.
Turismo y recreación: se perdería tiempo de luz natural en la tarde, lo que afectaría actividades al aire libre.
Confusión inicial: los cambios de horario suelen traer problemas de adaptación en los primeros días.
Un estudio publicado en la revista JAMA Neurology advierte que las modificaciones en los relojes pueden tener consecuencias más serias de lo que se cree. La investigación, realizada en Tennessee (EE.UU.), reveló que adelantar o atrasar una hora elimina la luz matinal necesaria para sincronizar los ritmos circadianos, generando un desajuste que puede durar meses.
Según los datos, los adultos duermen entre 15 y 20 minutos menos después del cambio de hora, lo que a largo plazo eleva el riesgo de problemas cardiovasculares.
Beth Ann Malow, profesora de Neurología y Pediatría en el Centro Médico Universitario de Vanderbilt, advirtió:
“No es una hora dos veces al año. Se trata de un desajuste de nuestros relojes biológicos durante ocho meses del año”.
El informe también remarca que ciertos grupos son más vulnerables, entre ellos los niños con autismo, que pueden sufrir alteraciones prolongadas en el sueño y el comportamiento.
Los especialistas señalan que modificar el huso horario no solo impacta en la economía y la salud, sino también en la vida cultural y social. Levantarse y acostarse más temprano, sostienen, podría favorecer más tiempo de ocio en familia y hábitos de vida más saludables.
El debate, que ahora quedará en manos del Senado, promete reabrir una discusión que divide a la sociedad argentina entre quienes apoyan el cambio como un avance necesario y quienes lo consideran un riesgo innecesario.