

La paradoja se hace más evidente en pleno centro. Un pasajero que necesitaba llegar a la intersección de San Martín y Onas encontró allí varios taxis detenidos frente al supermercado La Anónima. Vacíos, sin movimiento, mientras los pedidos por WhatsApp quedaban sin respuesta.
A la vez, el sector taxista sostiene su rechazo a la competencia de Uber, cuestionando su legalidad. Sin embargo, la comparación se vuelve inevitable: la aplicación responde, asigna un vehículo, cumple con los tiempos y asegura lo que los usuarios más valoran, la certeza de que el viaje se concretará.
Los remises, ante escenarios similares, ya se habían adaptado a nuevas formas de trabajo. Los taxis, en cambio, parecen seguir anclados en un esquema que muestra señales de agotamiento. En esa inercia, terminan empujando a los propios pasajeros hacia la alternativa que, aunque cuestionada, ofrece precios más competitivos, rapidez y un respeto básico por el tiempo de los fueguinos.