

La cifra multiplica por siete los US$53 millones vendidos en la jornada previa, lo que encendió todas las alarmas en medio de un escenario cada vez más inestable.
Con esta sangría, las reservas internacionales cayeron a US$39.407 millones, y el saldo negativo acumulado en apenas dos días ascendió a US$432 millones. Todo, en un mercado mayorista que movió cerca de US$590 millones y que operó bajo el esquema de bandas acordado con el Fondo Monetario Internacional.
El techo de esa banda, que se ajusta un 1% mensual desde la salida del cepo en abril, se ubicó este jueves en $1.474,83, mientras que el piso quedó en $948,76. Sin embargo, el Banco Nación ya ofrecía el dólar minorista a $1.500 y, en algunas entidades, la cotización trepaba hasta los $1.510.
En el mercado paralelo la tensión no fue menor: el blue se mantuvo en torno a los $1.500, mientras que los tipos de cambio financieros se aceleraron con fuerza. El MEP cerró en $1.540,83 (+3,7%) y el contado con liquidación (CCL) en $1.554,52 (+3,6%).
Pero la presión no quedó solo en el frente cambiario. Los mercados financieros sufrieron un verdadero desplome: acciones y bonos cayeron más de 14% en la jornada y el riesgo país se disparó hasta los 1.453 puntos básicos, una suba del 24,5% que golpea con dureza la ya deteriorada confianza inversora.
La postal que deja este jueves es la de un Banco Central debilitado, obligado a quemar dólares para intentar contener una corrida que no cede, mientras la economía acumula más tensiones políticas y financieras. Un nuevo capítulo en la crónica de una crisis que parece lejos de encontrar un respiro.