

RIO GRANDE.- La producción provincial de petróleo pasó de 1,6 millones de metros cúbicos en 2001 a apenas 150 mil m³ proyectados para 2025, una caída superior al 90%. Este desplome progresivo refleja el agotamiento natural de los yacimientos tradicionales de la cuenca Austral, la falta de inversión en exploración, y una ausencia de políticas de largo plazo que incentiven la recuperación secundaria o la incorporación de nuevas tecnologías extractivas, claramente ningún gobierno provincial supo desarrollar una política acorde para revertir la tendencia.
La salida de ROCH se suma a la reciente retirada de YPF, que transfirió sus activos a la empresa estatal Terra Ignis Energía S.A., en un intento del Gobierno provincial por sostener la producción y evitar la parálisis total del sector. Sin embargo, la capacidad de Terra Ignis para asumir la operación de áreas maduras y mantener el nivel de empleo aún está en seria duda y muy cuestionada por su falta de transparencia, todo esto especialmente en un contexto nacional de recorte de subsidios y desinversión energética.
El retiro de ROCH —una de las pocas compañías que mantenía actividad sostenida en la isla— implica riesgos laborales, ambientales y fiscales. Sin un plan de transición, el costo del abandono de pozos y la remediación ambiental podría recaer sobre el Estado, mientras las regalías petroleras —clave para el financiamiento del Bono TFU 2027— se verían seriamente afectadas.
En definitiva, el panorama actual del petróleo en Tierra del Fuego sintetiza un proceso de declinación productiva y vulnerabilidad estructural, menos producción, menos empleo, más dependencia del gas y de la estatal provincial que no tiene infraestructura y mucho menos financiamiento.
El retiro de ROCH no es un hecho aislado, sino el resultado de dos décadas de caída sostenida y falta de horizonte inversor, que coloca a la provincia frente al desafío de redefinir su matriz energética si quiere sostener su rol en el mapa hidrocarburífero argentino.