

USHUAIA.- A medida que se acercan las elecciones de este domingo, Fuerza Patria atraviesa una crisis silenciosa pero profunda. Lo que nació como una alianza electoral de ocasión hoy expone diferencias que ya nadie disimula.
Mientras el discurso público habla de inclusión y desarrollo social, puertas adentro predominan las desconfianzas y las disputas por el control político entre FORJA y el Partido Justicialista, la verdadera estructura del poder provincial.
El legislador Federico Sciurano, pieza clave dentro del esquema oficialista, quedó en el centro de las críticas por su distanciamiento en la campaña y su escasa participación política.
Desde los sectores más duros de Gustavo Melella y Walter Vuoto, y también desde los despachos de Miriam Martínez y Federico Greve, la lectura es unánime: Sciurano “no está”, ni en territorio ni en estrategia.
A eso se suman las publicaciones en redes sociales de asesores vinculados a su entorno, donde se repiten cuestionamientos a Cristina Kirchner y al kirchnerismo, lo que generó fuerte malestar en el ala progresista del frente.
“El problema no es solo la distancia, es la incoherencia”, expresó un dirigente del oficialismo que observa cómo el discurso de unidad se desmorona frente a las contradicciones internas.
Reforma constitucional y el temor oficialista
Dentro del entorno de Gustavo Melella crece la preocupación por un resultado adverso en las urnas. Una derrota podría frenar la reforma constitucional que el Ejecutivo busca impulsar, una iniciativa que —según los sondeos— rechaza más del 70 % de los fueguinos.
En los pasillos políticos ya se escuchan dos lecturas: algunos aseguran que, en caso de avanzar la convocatoria, muchos candidatos usarían la estructura del oficialismo para llegar a la Convención y luego votar según su propio interés, dejando de lado la línea de gobierno. Otros sostienen que, si el resultado electoral es adverso, Melella podría optar por no llamar a elecciones para convencionales y dejar vencer los plazos legales, congelando el proceso.
En ese contexto, Walter Vuoto intenta sostener la cohesión interna, aunque su núcleo más duro cuestiona la alianza con sectores ajenos al kirchnerismo, como los que orbitan alrededor de Sciurano o del ministro Agustín Tita. Por su parte, la senadora Cristina López, si logra imponerse, enfrentará su propio dilema: su eventual triunfo no entusiasma al kirchnerismo más puro, que la percibe como una figura de compromiso más que de convicción.
El pacto de los ocho votos
El presente del gobierno fueguino se resume en una fórmula simple: el pacto resiste mientras haya ocho votos. Más allá de las promesas de unidad y los gestos de campaña, la realidad es que la coherencia política se volvió opcional. Porque cuando el poder y los intereses están en juego, se invoca la patria; pero cuando se apagan las urnas, queda la conveniencia.