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Lejos de reconocer el término “reforma”, el mandatario sostuvo que se trata de una actualización necesaria de un régimen laboral que calificó de “anacrónico”, y que “lleva más de 70 años generando informalidad y desempleo juvenil”.
“Argentina tiene un régimen laboral de hace 80 años. Cuando la mitad de los trabajadores está en el mercado informal, eso te muestra que no funciona”, argumentó Milei, apuntando también contra los sindicatos: “Hasta los propios sindicalistas, detrás de las cámaras, lo admiten”.
El presidente buscó despejar temores sobre una pérdida de derechos laborales, insistiendo en que el esquema propuesto no afectará a los trabajadores que ya están bajo relación de dependencia, sino que abrirá una nueva vía de contratación para quienes hoy no pueden acceder al empleo formal, en especial jóvenes y trabajadores informales.
“Los que tienen trabajo podrán seguir con los contratos actuales. Nadie pierde derechos. Los que estaban en la informalidad ganan derechos. Esto es para incluir, no para quitar”, enfatizó.
Milei también señaló que el sistema vigente “protege a los que ya tienen empleo, pero deja afuera a los jóvenes”, generando una “trampa de exclusión” que empuja a miles a buscar oportunidades en el exterior.
“Durante el kirchnerismo se fueron dos millones de chicos. Eso es lo que queremos cambiar. No puede ser que nuestros hijos se vayan por Ezeiza porque no encuentran laburo”, dijo.
Uno de los puntos más disruptivos que mencionó Milei es el principio de prelación de convenios, es decir, que un convenio más chico —por empresa, municipio o provincia— podrá tener prioridad sobre uno nacional.
“El convenio más chico mata al más grande. Eso permite adaptar las condiciones de trabajo a la realidad de cada región, según la productividad”, explicó, y puso como ejemplo las diferencias entre la Pampa Húmeda y el Noroeste, donde “la productividad puede variar un 20%”.
Según el presidente, si se aplicara ese criterio de flexibilidad, el empleo formal podría crecer hasta un 17%, un dato que calificó de “clave para el desarrollo provincial”.
Milei subrayó que “los 20 gobernadores que participaron del encuentro” apoyaron la orientación general del proyecto, mientras que minimizó el peso político actual de la CGT:
“¿Los sindicatos votan en el Congreso? Ya no tienen la influencia que tenían antes a través de los gobernadores”, lanzó el mandatario, en una frase que anticipa un nuevo frente de conflicto con el sindicalismo.
El discurso de Milei apunta a instalar la idea de una transformación estructural del mercado laboral bajo la bandera de la competitividad y la productividad, buscando apoyo político en los mandatarios provinciales antes que en los gremios.
Mientras la CGT debate su postura y advierte que no acompañará ningún retroceso en derechos, el oficialismo busca acelerar la redacción del proyecto para tratarlo en sesiones extraordinarias antes de fin de año.
 
							 
						 
							 
						 
							 
						 
							 
						 
							 
						 
							