Las propias empresas admiten que solo garantizan continuidad hasta el 31 de diciembre, mientras reconfiguran sus negocios ante la pérdida de rentabilidad que provocará la apertura total de las importaciones.
Desde mayo, el Gobierno nacional redujo los impuestos internos a productos electrónicos —aires acondicionados, televisores y celulares— al 9,5% y anunció que a partir del 15 de enero eliminará totalmente los aranceles a productos importados. En ese escenario, fabricar teléfonos en la isla deja de ser viable: el costo sin el esquema promocional y sin protección arancelaria resulta imposible de competir frente a los equipos asiáticos.
Por eso, mientras la discusión sobre el régimen fueguino continúa, las compañías ya tomaron decisiones: adelanto de vacaciones, finalización de contratos, reducción paulatina de líneas de montaje y diversificación acelerada hacia otros negocios, muchos de ellos radicados fuera de la provincia.
La industria, el Gobierno nacional, la provincia y los gremios mantuvieron varias reuniones, pero sin resultados concretos. El secretario general de la UOM, Oscar “El Zurdo” Martínez, fue contundente: “No está garantizada la continuidad de la totalidad de los trabajadores”. La caída del consumo y el ingreso creciente de productos importados -que en aire acondicionado aumentaron un 122% y en celulares pasaron del 4% al 6% del mercado- aceleran el deterioro.
Las consultoras privadas y fuentes fabriles advierten que el nivel de actividad ya cayó a mínimos, y que la salida laboral para miles de familias depende estrictamente de una decisión política que no aparece.
Mientras los trabajadores viven en incertidumbre, los dueños de las principales empresas del polo industrial avanzan con estrategias que ya no dependen de Tierra del Fuego:
Mirgor, fundada por Nicolás Caputo y Mauricio Macri, expande su negocio autopartista en Baradero y Zárate, crece en exportaciones de agro y multiplica su presencia en 12 países como distribuidora de productos Samsung y JBL.
Newsan, además de repuntar su propio negocio importador, compró la operación local de Procter & Gamble y opera en energía junto a grandes fondos de inversión.
Radio Victoria y BGH también se orientan al comercio exterior, importación y nuevos rubros como autos eléctricos.
Es decir, mientras el modelo productivo de la isla queda en suspenso, las empresas cuentan con alternativas propias que no dependen del empleo industrial fueguino.
El Fondo para la Ampliación de la Matriz Productiva (FAMP) podría ser una herramienta clave para reconvertir la economía provincial, pero hoy opera con cuentagotas. Algunos proyectos turísticos y agroindustriales avanzan, pero otros —como el puerto multipropósito de Mirgor en Río Grande, con más de USD 380 millones previstos— quedaron en pausa por la incertidumbre productiva y las tensiones entre Nación y Provincia.
Si no hay un cambio regulatorio antes del 15 de enero, en el sector ya hablan abiertamente de:
Suspensiones masivas desde la segunda quincena de enero.
Parates totales de líneas de celulares, que representan la mayor parte del empleo fabril.
Caída de contratos temporarios y no renovación de personal eventual.
Reubicación limitada en autopartismo, aunque insuficiente para absorber miles de puestos.
Posibles despidos a partir de febrero/marzo, si la caída de actividad se consolida.
Las empresas sostienen que sin protección arancelaria no pueden competir, y que la continuidad del empleo dependerá de si se revisa o no la medida en las próximas semanas.
La situación abre una pregunta clave para el futuro inmediato de la provincia:
¿Qué pasa con Tierra del Fuego cuando la industria que sostiene 1 de cada 4 empleos privados queda sin marco competitivo para producir?
A menos de 40 días de la apertura total de importaciones, la incertidumbre no solo golpea a las fábricas, sino a toda la cadena económica de la provincia: comercios, transporte, logística, servicios técnicos y proveedores.
Lo que viene será decisivo. Pero mientras las empresas avanzan en nuevos negocios fuera de la isla, son los trabajadores fueguinos quienes enfrentan el riesgo real y cercano de quedar fuera del sistema productivo.