El tradicional Encendido del Árbol de Navidad, celebrado este domingo en Río Grande, volvió a ser una verdadera fiesta popular. Miles de familias se acercaron al Parque de los 100 Años para disfrutar de actividades culturales, espectáculos y del ritual que marca el inicio de las celebraciones de fin de año. Sin embargo, detrás del clima de alegría y encuentro, el evento también dejó al descubierto una postal clara de la compleja realidad económica que atraviesan muchos vecinos y vecinas de la ciudad.

Solo en el estacionamiento del parque se contabilizaron más de 30 carros gastronómicos, mientras que en las inmediaciones del evento funcionaron al menos 50 puestos fijos. A eso se sumaron decenas de vendedores ambulantes, que encontraron en la masiva convocatoria una oportunidad concreta para generar ingresos en una noche clave.

La escena no fue casual ni aislada. Reflejó una realidad que se repite con cada vez más fuerza: vecinos sin empleo formal, familias que necesitan sumar un ingreso extra y trabajadores con sueldos que ya no alcanzan para cubrir los gastos básicos vieron en esta celebración una chance para “hacer unos pesos” y sostener la economía del hogar. El grito repetido de “a los chori… a los chori” fue, más allá de lo pintoresco, una expresión directa de esa necesidad.

También hubo lugar para la economía solidaria. Diversas asociaciones y organizaciones aprovecharon el evento para recaudar fondos que les permitieran continuar con su trabajo comunitario. Entre ellas, la asociación Amo a los Animales, que mediante la venta de alimentos logró visibilizar su labor y obtener recursos para sostener sus acciones.

Para muchos comercios y emprendedores locales, la jornada representó además una venta extraordinaria, en algunos casos fundamental para atravesar un contexto económico adverso que golpea de lleno al consumo. En una sola noche, lograron ingresos que resultan difíciles de alcanzar en el día a día.

La postal que dejó el Encendido del Árbol fue contundente: cientos de vecinos trabajando en simultáneo en un evento pensado para celebrar, una imagen que habla tanto de la capacidad de organización y resiliencia de la comunidad riograndense como de las dificultades estructurales que atraviesan amplios sectores sociales.

De acuerdo con un relevamiento preliminar y estimaciones realizadas en el lugar, el movimiento económico generado durante el Encendido del Árbol fue más que significativo. Entre 60 puestos de choripanes, 36 carros gastronómicos y de venta de helados, variedades de sándwiches, cervezas y productos dulces, y unos 40 vendedores ambulantes, el evento movilizó a más de 130 unidades de trabajo en una sola jornada. En términos de ingresos, los puestos gastronómicos de mayor demanda habrían alcanzado recaudaciones cercanas a 4 millones de pesos en promedio, mientras que los emprendedores más pequeños y vendedores ambulantes registraron ingresos que oscilaron entre 50 y 190 mil pesos, según consultas realizadas. En base a estos datos, se estima que la jornada generó una circulación total de dinero de entre 90 y 115 millones de pesos, una cifra que dimensiona el impacto económico del evento y explica por qué, para cientos de familias de Río Grande, la fiesta también fue una necesidad concreta de trabajo e ingreso.