En diálogo con el programa La mañana de la Tecno, por Radio Universidad, Cabral habló sin eufemismos sobre el deterioro de la OSEF, cuestionó la falta de soluciones estructurales y anunció una convocatoria abierta para el viernes 19, a las 19 horas, frente a Casa de Gobierno en Ushuaia, impulsada por jubilados pero abierta a trabajadores activos.
“Esto era cantado”, sostuvo al describir los cortes de prestaciones, la interrupción de tratamientos y las crecientes dificultades para acceder a la atención médica. Para Cabral, la crisis no es nueva ni accidental, sino la consecuencia directa de un modelo que combina salarios deprimidos, aportes insuficientes y decisiones políticas erradas.
Uno de los ejes centrales de su análisis apuntó al vínculo directo entre los ingresos de los trabajadores y el financiamiento de la obra social. “La OSEF funciona con aportes. No es lo mismo aportar el 16% de un millón que de dos millones o más”, explicó. En ese sentido, remarcó que entre activos y pasivos, entre el 80 y el 90% de los afiliados están por debajo de la canasta básica, lo que asfixia al sistema.
A este cuadro sumó la utilización de sumas no remunerativas, que reducen los aportes reales, y el crecimiento del empleo precarizado. “Hay monotributistas que trabajan para el Estado y no aportan a la OSEF. Todo aumenta —medicamentos, prácticas, insumos— menos los sueldos”, advirtió.
Cabral también cuestionó con dureza la estructura de conducción de la obra social. Señaló el exceso de cargos jerárquicos, las designaciones cruzadas entre gobiernos y sectores sindicales, y un esquema de toma de decisiones que —según afirmó— garantiza mayorías automáticas al Poder Ejecutivo. “Siempre terminan ganando 3 a 2. Así no hay control posible. Eso hay que cambiarlo”, reclamó.
Lejos de limitar el problema al presente, el jubilado municipal ubicó el origen del deterioro a fines de los años noventa y comienzos de los 2000. Recordó el vaciamiento de fondos previsionales y de la obra social, con aval político y legislativo. “De eso también hay que hablar, porque explica cómo llegamos hasta acá”, señaló, marcando que la discusión de fondo sigue pendiente.
Antes de profundizar en la coyuntura, Cabral puso en valor un episodio clave de la historia fueguina que, según lamentó, permanece invisibilizado: la movilización de 1982 en Río Grande en defensa de la Ley 19.640, en plena dictadura militar. “Fue una epopeya. No se podía protestar, pero igual se hizo. Fue la bisagra del desarrollo fueguino y muy pocos la recuerdan”, expresó.
La marcha, que partió desde la planta de Mutun, con su gerente Enrique ‘Quique’ Schoua al frente, reunió a trabajadores, empresarios y referentes locales en una acción colectiva que marcó un antes y un después para la provincia.
La movilización del viernes no llevará banderas partidarias ni sindicales. “Es una convocatoria de jubilados, pero invitamos a los activos. La obra social es nuestra y la necesitamos funcionando”, subrayó Cabral. El objetivo es visibilizar la situación de quienes hoy se quedan sin medicamentos, sin turnos y sin respuestas.
Con una definición que resume su mirada y condensa el reclamo, cerró su intervención con una frase que interpela de lleno al poder político y a la sociedad:
“No nos están robando un beneficio. Nos están robando la salud”.