A días del cierre del ciclo lectivo 2025, Tierra del Fuego termina el año educativo con un balance alarmante, que ya se ubica entre los peores desde que existen registros. Semanas enteras sin clases normales, jornadas incompletas y escuelas cerradas marcaron un año que deja a miles de niños y niñas con aprendizajes fragmentados y un tiempo perdido que no se recupera.

El récord negativo tiene una explicación clara: la proliferación de medidas de fuerza, tanto provinciales como en adhesión a conflictos nacionales, que impactaron de lleno en el calendario escolar. Sin embargo, el factor más determinante fue la aplicación sistemática de las llamadas “desobligaciones”, una modalidad en la que la jornada escolar se reduce a apenas una hora u hora y media de clases. Se trata de una práctica que no se aplica en ningún otro distrito del país y que, en la práctica, vació de contenido gran parte del año escolar.

Durante 2025, se alcanzó otra marca lamentable: la mayor cantidad de semanas con jornadas incompletas o directamente con escuelas cerradas. A tal punto llegó la situación que ni siquiera se habrían completado 90 días de clases normales, aunque el dato oficial sigue siendo un misterio.

Y no por casualidad. Existe una estrategia deliberada de ocultamiento de la información oficial. El Ministerio de Educación de la provincia se negó de manera sistemática a publicar la cantidad real de días efectivos de clases, evitando transparentar una realidad que es inocultable para las familias, los estudiantes y la comunidad educativa en general.

En estos días, las redes sociales reflejan el final de un año atravesado por la precariedad: actos de cierre con niños que “llegan como pueden”, casi a los tumbos, luego de atravesar uno de los períodos más oscuros que recuerde la educación fueguina. Lejos de celebraciones, lo que predomina es la sensación de fracaso colectivo y de abandono de una política pública esencial.

A este panorama se suma otro problema estructural que nunca tuvo un plan serio de resolución: la infraestructura escolar. Durante 2025, numerosos establecimientos debieron cerrar sus puertas por problemas edilicios, sin que se conociera un programa integral para garantizar escuelas abiertas y en condiciones dignas.

Mientras tanto, otras provincias muestran que otra realidad es posible. Días atrás, el Gobierno de Santa Fe celebró haber alcanzado 185 días de clases, un objetivo que parecía inalcanzable años atrás. ¿La clave? Un acuerdo político y salarial que priorizó el ítem presentismo, donde las mejoras salariales se vinculan directamente con la asistencia efectiva. El resultado fue contundente: el ausentismo cayó al 8%, se redujo drásticamente la superposición de cargos y casi desaparecieron las licencias prolongadas que vacían las aulas.

En Tierra del Fuego ocurrió exactamente lo contrario. 2025 quedará registrado como el año con menos días efectivos de clases normales, con un costo que lo pagan, una vez más, los niños y niñas de la provincia. Perdieron otro año de aprendizaje, otro tramo de su formación que no se recupera.

Es el cierre de un ciclo lectivo con un pésimo resultado, donde lo más grave no es solo lo que ocurrió, sino la negativa del Gobierno provincial a mostrarlo. Sin estadísticas oficiales, sin autocrítica y sin un plan a futuro, la educación fueguina termina el año expuesta, golpeada y con una deuda que sigue creciendo.