

“En Buenos Aires, la carne está regalada si la comparamos con Tierra del Fuego. El problema no es el precio de la carne, sino los salarios miserables que no alcanzan para cubrir la canasta básica”, aseguró Samid.
El empresario apuntó directamente a la falta de competencia como una de las principales razones de los altos costos en la Patagonia. “En el sur, el mercado está monopolizado. Los supermercados, como La Anónima, controlan los precios no solo de la carne, sino de todos los alimentos. Además, las trabas sanitarias que prohíben el ingreso de carne con hueso, limitan la oferta y encarecen los productos”, explicó.
Samid también señaló que la situación no se limita a la carne. “En Tierra del Fuego todo es carísimo: la verdura, los alimentos en general. Y mientras los precios suben, los salarios y las jubilaciones no alcanzan. Hoy es imposible vivir en estas condiciones”, agregó.
El empresario destacó que el consumo de carne ha disminuido considerablemente en el último año, alcanzando niveles históricamente bajos. “La gente está migrando al pollo, pero tampoco es una solución económica. Un pollo cuesta $3.000, y entre el agua, el hueso y la piel, lo que rinde es mínimo. En cambio, la carne, aunque más cara, tiene mejor rendimiento, pero sigue siendo inaccesible”, explicó.
Finalmente, Samid llamó a revisar las políticas económicas que afectan a la región y a buscar alternativas que permitan reducir los costos para los consumidores. “El asado es parte de nuestra identidad como argentinos, pero en Tierra del Fuego, lamentablemente, se ha convertido en un lujo al que pocos pueden acceder”, concluyó.