

RIO GRANDE.- El A23a, el iceberg más grande del mundo, se encuentra en curso hacia el Atlántico Sur y podría impactar contra las islas Georgias del Sur. Este gigantesco bloque de hielo, que se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en 1986, abarca una superficie de 3.672 kilómetros cuadrados, equivalente a seis veces el tamaño de la ciudad de Córdoba, y posee una altura comparable a un edificio de 40 metros.
Preocupaciones ecológicas
Expertos como Andrew Meijers del British Antarctic Survey advierten sobre las graves consecuencias ecológicas que podría traer este desplazamiento. "Si el iceberg se queda atascado en las aguas poco profundas cercanas a la isla, podría bloquear el acceso de los pingüinos a sus zonas de alimentación", explicó Meijers. Esto aumentaría la mortalidad en algunas colonias de estas aves, así como en las focas que también dependen de estas aguas ricas en alimento.
La isla Georgia del Sur alberga uno de los ecosistemas más diversos del planeta, con millones de pingüinos, focas y otras especies que podrían verse seriamente afectadas. Los investigadores señalan que cualquier interrupción en la cadena alimenticia podría desestabilizar este delicado equilibrio.
Navegación bajo amenaza
El capitán Simon Wallace, del buque Pharos, también compartió su preocupación desde las aguas cercanas. "Hemos estado usando reflectores toda la noche para detectar el hielo; podría surgir de cualquier parte", declaró Wallace. El peligro no sólo radica en el posible impacto ambiental, sino también en los riesgos que representa para la navegación en la región.
Corrientes que definen el futuro
Aunque actualmente el A23a no avanza directamente hacia la isla, los oceanógrafos creen que podría cambiar su rumbo debido a las corrientes oceánicas. Esta posibilidad mantiene en alerta a los científicos, quienes monitorean de cerca su trayectoria para evaluar los escenarios posibles.
El desplazamiento de un iceberg de este tamaño es un recordatorio del impacto del cambio climático en las regiones polares y sus repercusiones globales. La historia del A23a, atrapado durante décadas y ahora liberado, es un reflejo de los complejos procesos naturales que están siendo alterados por las actividades humanas.