

Por: Ramón Taborda Strusiat
Río Grande.- Gracias a FINNOVA pudimos acceder a una entrevista a Mariana Soneira, quien decidió quedarse a bordo del ARA Bahía San Blas cuando comenzó
Mariana, ¿cómo era tu vida antes del 2 de abril de 1982? ¿Qué soñabas a tus 19 años?
En 1982 estaba cursando el tercer año en
¿Qué sentiste cuando te ofrecieron desembarcar del “Bahía San Blas” y decidiste quedarte?
Cuando el 2 de abril el buque quedó afectado al conflicto y me ofrecieron desembarcar, muy decidida contesté que no me bajaba. No iba a dejar mi barco, algunos no entendían por qué me quedaba y yo no concebía la idea de irme. Permanecí embarcada durante toda la guerra.
¿Cómo fue tu rol a bordo durante el conflicto? ¿Qué recuerdos te marcaron más profundamente?
Mi trabajo era en la estación de radio, con mi jefe nos repartíamos las horas para cubrir la guardia H24. Navegábamos en sigilosa o sea sin luces de navegación, y en silencio radioeléctrico, es decir sin transmitir para no ser detectados. Hacíamos escucha permanente y decodificábamos los mensajes que recibíamos. Recuerdo con mucha tristeza cuando recibimos la noticia del hundimiento del Crucero Gral Belgrano y días después del hundimiento del ARA Isla de los Estados que también era de Transportes Navales como nosotros.
Una de las imágenes más tristes fue ver a los náufragos del Crucero. Siempre pensaba en ellos porque sabía perfectamente cómo eran las balsas salvavidas y cómo era el Atlántico Sur, donde vieron hundirse a su barco. Así que ver a los náufragos era ver a hombres que habían sobrevivido al ataque, al abandono del buque y a las frías aguas, y, a pesar de todo eso, estaban ahí, frente a mis ojos, que jamás los olvidarían. Desde ese día y durante toda la guerra, siempre pensaba en ellos.
Fuiste una de las pocas mujeres que estuvieron en el teatro de operaciones. ¿Cómo era estar allí siendo mujer?
Mi rol a bordo siguió siendo el mismo, mi trabajo era en la estación de radio. Lo que sí notaba era la preocupación de muchos tripulantes por saber si estaba bien. Recuerdo a esa tripulación con especial cariño, todos se comportaron con valor y profesionalismo en los momentos más difíciles.
¿Qué vínculo se generó con otras mujeres que estuvieron allí?¿Qué redes crearon incluso sin conocerse personalmente?
Navegué con Graciela Gerónimo que era Oficial Comisaria de a bordo y se encargaba de la administración. Graciela era un amor de persona, todo lo resolvía con una sonrisa. Excelente compañera, falleció años después de la guerra. Siempre está en mi recuerdo y hoy tengo la dicha de estar en contacto con su hijo. A otras veteranas las ví tiempo después pero sí sabía de su existencia. La mayoría estamos en contacto y con algunas he viajado a visitar escuelas. Hace unos años vinieron de visita a Ushuaia y la pasamos muy bien.
¿Cómo fue la vuelta al continente? ¿Con qué te encontraste al llegar?
En mi caso me desembarqué del San Blas en agosto y a los seis días ya estaba embarcada en un buque mercante para terminar mi pilotinaje, así que estuve muy pocos días en tierra.
¿Creés que la sociedad argentina estuvo preparada para escuchar el testimonio de las mujeres veteranas?
Tendríamos que recordar que en esa época no había mujeres en las fuerzas armadas, yo soy de la segunda promoción de la marina mercante. Era muy difícil que alguien pudiese imaginar a mujeres como partícipes activas en una guerra. No existían los celulares ni había internet. Así que solamente mi familia y amigos sabían de mi participación, además del resto de los hombres que navegaron conmigo obviamente. Pero cuando la sociedad comenzó a conocer esta parte de la historia y escuchó nuestros testimonios, sencillamente nos abrazaron. Eso sentí yo.
¿Qué significó para vos el reconocimiento oficial como Veterana de Guerra?
Fui reconocida inmediatamente después de la guerra, en 1983 por
¿Qué sentiste al reencontrarte con otras mujeres veteranas en el Congreso en 2018?
A algunas era la primera vez que las veía, a otras ya las conocía. Lo que me llevo en el corazón es el abrazo a Susana Maza y la oportunidad de charlar un ratito con ella.
Por primera vez, este año vas a estar en
Fue una sorpresa para mi cumpleaños,
¿Qué pensás hoy sobre las Islas? ¿Qué esperás para su futuro? ¿Qué le dirías a las nuevas generaciones sobre lo que pasó en Malvinas?
Mi perspectiva de todo fue cambiando con el transcurso de los años. No puedo ahora que soy madre ver las cosas del mismo modo porque comprendo el dolor y la angustia que pasó mi madre cuando no tenía noticias de mí. Aun más aquellas que vieron partir a sus hijos y jamás volvieron a abrazarlos. Nada bueno tiene una guerra, yo quisiera que recuperemos nuestras Malvinas en paz, por la vía diplomática. Estoy segura que algún día nuestro pabellón volverá a flamear en nuestras islas Malvinas.