

Pero mientras miles de espectadores redescubren o se asoman por primera vez a esta obra monumental, surge una pregunta: ¿qué significa exactamente Eternauta?
No es un nombre elegido al azar. “Eternauta” es una palabra inventada, sí, pero también cargada de sentido, de capas y de historia. Es una síntesis perfecta del alma de la obra: la épica del hombre común enfrentado a lo extraordinario.
Viajar por la eternidad
Desde su construcción lingüística, Eternauta combina “éter” (lo eterno, lo que trasciende el tiempo) y “-nauta” (del griego nautēs, navegante). El resultado es potente: un viajero de la eternidad. Pero Juan Salvo, el protagonista, no viaja por elección ni en soledad. Su travesía es forzada, dolorosa, y en ella arrastra la memoria, la esperanza y la lucha de muchos.
Atravesando una Buenos Aires distópica cubierta por una nevada letal, Salvo se convierte en algo más que un sobreviviente. Es un símbolo. Su viaje por el tiempo y el espacio —mientras intenta reencontrarse con su familia— lo transforma en un emblema de resistencia, solidaridad y humanidad frente al desastre.
Un héroe colectivo
Lo más fascinante es que el Eternauta no es solo Juan Salvo. Es cada lector, cada vecino que resiste, cada persona que enfrenta lo desconocido sin rendirse. Lo resume bien Martín M. Oesterheld, nieto del autor y consultor creativo de la serie: “El Eternauta retrata la épica del hombre común frente a lo extraordinario”.
Esa épica no es individualista. No se trata del típico héroe solitario que salva al mundo. Es, más bien, una apuesta por lo colectivo, por la organización, por la lucha compartida. El Eternauta, entonces, no se define por lo que hace solo, sino por lo que hace con otros.
De la ciencia ficción al símbolo político
Publicada por primera vez en 1957, la historieta fue ganando nuevas interpretaciones con el tiempo. Durante la última dictadura militar en Argentina, El Eternauta se transformó en un símbolo profundo: sus páginas pasaron a representar la resistencia frente al terror estatal. El secuestro y desaparición de Oesterheld en 1977, junto con sus cuatro hijas, terminó de sellar esa dimensión política. Lo que empezó como ciencia ficción terminó convertido en memoria viva.
Hoy, con su llegada a Netflix, El Eternauta vuelve a interpelar a nuevas generaciones. Ya no solo como una obra maestra del género, sino como una historia que sigue preguntándonos: ¿qué harías vos si una nevada mortal cayera sobre tu ciudad? ¿Y si lo desconocido te obligara a resistir junto a otros?
Tal vez ahí esté la respuesta: el Eternauta somos todos. Porque la eternidad también se habita en el presente, cuando elegimos no rendirnos.