

La muerte del Papa Francisco el pasado 21 de abril no solo conmovió al mundo: también puso en marcha uno de los procesos más antiguos, solemnes y herméticos de la historia de la humanidad. Desde este martes 7 de mayo, el Vaticano se transforma en el centro de todas las miradas con el inicio del Cónclave, la reunión de 133 cardenales encargados de elegir al nuevo Papa.
Bajo los frescos de Miguel Ángel en la imponente Capilla Sixtina, los purpurados se encerrarán “bajo llave” —literalmente, como indica la raíz latina cum clave— para votar quién será el nuevo líder espiritual de más de 1.400 millones de católicos en el mundo, y también jefe de un Estado con fuerte influencia diplomática.
Un ritual sagrado… y muy secreto
El proceso arranca con una misa solemne en la Basílica de San Pedro y una oración especial en la Capilla Paulina. Luego, los cardenales hacen un juramento de confidencialidad absoluto y se encierran, sin contacto con el mundo exterior: sin celulares, sin internet, sin diarios, sin televisor. Todo está pensado para que nada perturbe una decisión que —dicen— está guiada por el Espíritu Santo.
Cada jornada habrá hasta cuatro votaciones. Si ningún candidato alcanza los dos tercios necesarios (al menos 89 votos), las papeletas se queman y el humo negro avisa que la decisión aún no llegó. Cuando haya un elegido, la tradicional fumata blanca anunciará al mundo: habemus Papam.
El nuevo Papa frente a un mundo en crisis
No se trata solo de una elección religiosa. La Iglesia busca un líder con capacidad para enfrentar los desafíos globales: persecuciones religiosas, guerras, crisis climáticas, desigualdad, abusos y secularización. El perfil que se busca es el de un pastor firme, pero también un hábil diplomático.
“El próximo Papa deberá ser una figura de referencia mundial, más allá de lo doctrinal”, resume el canonista Hernán Olano.
Los latinoamericanos, protagonistas
Este Cónclave tiene un rasgo distintivo: la fuerte presencia latinoamericana. De los 133 cardenales electores, 23 provienen de América Latina, una región que Francisco siempre consideró estratégica para el futuro de la Iglesia.
Brasil lidera con 7 cardenales, seguido por Argentina con 4 y México con 2. Completan el mapa regional representantes de Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay.
Un dato clave: el 80% de los cardenales votantes fueron designados por el propio Francisco, incluidos 20 de los 23 latinoamericanos. Esto podría inclinar la balanza hacia una figura que continúe su legado reformista: apertura al diálogo con la comunidad LGBTQ+, defensa del ambiente, justicia social y lucha contra los abusos dentro de la Iglesia.
¿Y quiénes suenan como papables?
Aunque el Espíritu Santo no da entrevistas, ya suenan algunos nombres con fuerza en los pasillos vaticanos. En la línea progresista, se menciona al filipino Luis Antonio Tagle y al luxemburgués Jean-Claude Hollerich. Entre los italianos, destacan el influyente secretario de Estado Pietro Parolin y el carismático Matteo Zuppi. También figuran el ghanés Peter Turkson y el estadounidense Joseph Tobin como posibles sorpresas.
Lo único seguro es que el mundo estará en vilo durante los próximos días, a la espera del humo blanco y del nombre de quien, desde Roma, intentará guiar a la Iglesia Católica en una nueva etapa marcada por desafíos inéditos.