viernes 08 de diciembre de 2023 - Edición Nº1829

Política | 19 nov 2023

Le sacó 11 puntos a Massa

Milei presidente: Argentina ingresa en la dimensión desconocida

Aún sin números oficiales, el triunfo del libertario fue confirmado con los resultados de las mesas testigo tanto de La Libertad Avanza como las del candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, que reconoció la derrota a las 20.12


Por: Ramón Taborda Strusiat

Javier Milei será el nuevo presidente. El libertario capitalizó el enojo de gran parte de la población con la dirigencia tradicional y le ganó el balotaje a Sergio Massa, de acuerdo a los datos de las mesas testigos de los dos sectores que compitieron en el balotaje. El resultado pone a la democracia argentina frente a una dimensión desconocida: un outsider con apenas dos años en la política, de rasgos personales autoritarios y equilibrio emocional frágil, al frente de una fuerza abiertamente procesista con una vicepresidenta que defiende con fiereza a los genocidas, que planteó propuestas que suenan inviables y son una amenaza para dreechos históricos para la Argentina, que niega el cambio climático y propone privatizar desde los ríos hasta la salud pública, encabezará el gobierno de un país que sobrevuela la quiebra económica y que social y políticamente está partido.

Cómo será su gobierno es una incógnita absoluta. Los próximos días hasta el 10 de diciembre también lo son. ¿Cómo reaccionarán los mercados? ¿Buscará Milei forzar una hiperinflación rápida para que el gobierno termine de hundirse, el país estalle antes de que asume y se acomode la situación a su aspiración dolarizadora?

Otra pregunta es fundamental. ¿Qué rol tendrán Mauricio Macri y Patricia Bullrich, los socios que sacaron al ahora presidente electo del pozo que significó el segundo lugar en las elecciones generales del 22 de octubre, que garantizaron un aparato de fiscalización que fue clave para el triunfo en el balotaje y que ofrecen ahora cuadros de gobierno y músculo legislativo de los que la Libertad Avanza carece?

El aporte del PRO duro a la victoria de Milei fue fundamental en la campaña y puede serlo también para la gestión. Macri se convirtió en una especie de garante para que el libertario tuviera el respaldo del grueso del electorado de Juntos por el Cambio, especialmente del centro del país –muy especialmente Córdoba, como también Mendoza y Santa Fe–, para el cual pesó más la bronca al kirchnerismo, el sentimiento antiperonista, que el miedo al salto al vacío que representa Milei.

Ahora acaso asuma una especie de papel contralor que ponga límites y también contenido al programa libertario, que en realidad no es más que una serie de eslóganes de dudosa factibilidad. Ya lo dijo Macri: muchas de sus propuestas son irrealizables pero tienen que pasar por el Congreso, donde el libertario dependerá de su ayuda.

 

¿Y el peronismo?

 

Para Massa, en tanto, ser ministro de Economía y hombre fuerte de un gobierno con el 150 por ciento de inflación anual y 40 por ciento de pobreza, en el que el presidente y la vicepresidenta son invisibles, se convirtió en una mochila imposible de cargar.

Solo en la provincia de Buenos Aires tuvo una victoria importante Massa. Casi todo el resto del país prefirió al libertario.

Eso pone en pole position al gobernador Axel Kicillof para la renovación de liderazgos dentro de en un peronismo que corre un altísimo riesgo de fractura, algo que también atraviesa a Juntos por el Cambio donde a diferencia de Macri y Bullrich son muchos los dirigentes que, como Elisa Carrió, Horacio Rodríguez Larreta y el grueso de la UCR, plantean que su posicionamiento frente al gobierno de Milei será de oposición lisa y franca.

La sociedad fundadora del Frente de Todos –Massa, Cristina Kirchner, Alberto Fernández– ya está rota de hecho y se sabe que si hay algo que en el justicialismo no se perdona es la derrota.

Gracias al uso del miedo que genera Milei, Massa cumplió en darle competitividad a un peronismo que si fuera juzgado solo por su gestión de gobierno difícilmente hubiera podido entrar al balotaje. De hecho, recibió el apoyo de muchos sectores que históricamente no votaron al PJ, pero que se sintieron aterrados no solo por la propuesta económica del candidato del libertario sino también por su amenaza y la de la ahora vicepresidenta electa, la procesista Victoria Villarruel, para consensos básicos de esta democracia que cumple 40 años con un resultado electoral que la pone en cuestión como nunca.

Pero la bronca que se aglutinó en torno al clivaje casta-anticasta que planteó originalmente el libertari, y el odio al kirchnerismo que agitó al dilema continuidad-cambio que le sumó el macrismo fueron mucho más fuertes que la pavura que guió la resistencia de Massa, cuya promesa de gobierno de unidad nacional tampoco prendió para pescar votos en la pecera de los candidatos que quedaron afuera del balotaje.

Así las cosas, Argentina ingresa a una experiencia inédita pero que sí tiene antecedentes recientes en otros países del mundo –Donald Trump en Estados Unidos– y en la región, con Eduardo Bolsonaro en Brasil. Populismos de ultraderecha, que declamaron liberalismo pero impusieron autoritarismo.

Si se toma en cuenta justamente lo que pasó el país vecino hay que decir que allí el gobierno de Bolsonaro tuvo pobres resultados y esto se tradujo en su derrota electoral cuando se presentó a la reelección, con el regreso al poder de Lula da Silva.

 

La paradoja argentina

 

La paradoja argentina es que los que votaron solo en segunda vuelta a Milei porque no quieren otra cosa que terminar con el kirchnerismo, como prometió Patricia Bullrich, acaso le hayan dado otra vida a eso que detestan. Es que un triunfo de Massa hubiera abierto en el peronismo un proceso de recambio del liderazgo interno protagonizado por un dirigente que no es justamente un soldado de Cristina. En cambio, no debe haber dirigente más cercano a la vicepresidenta que Axel Kicillof, el gobernador del PJ que mejor parado queda después de este proceso electoral eterno.

Como sea, se abre ahora un escenario inédito para el país, una reconfiguración, cuyos alcances son impredecibles, del esquema de representación surgido 20 años atrás, luego de la crisis de 2001.

Fuente: Rosario3.

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