

Este fenómeno está directamente vinculado a la profunda recesión económica que afectó a los argentinos durante 2024, obligándolos a optar por alternativas más accesibles como el pollo. La caída es significativa en comparación con las cifras de las décadas de 1950 y 1980, cuando el consumo de carne vacuna rondaba los 84 kilos por habitante.
A nivel global, Argentina se mantiene entre los países con mayor ingesta total de carnes (vacuna, aviar y porcina), ocupando el segundo lugar con un promedio de 115 kilos per cápita, detrás de Estados Unidos (120 kilos) y por delante de Australia (105 kilos).
En la categoría de carne vacuna, Argentina sigue liderando el consumo mundial, superando a Uruguay (42,2 kilos) y Brasil (39,5 kilos). Sin embargo, en carne aviar no figura entre los primeros puestos, liderados por Perú (56,4 kilos), Estados Unidos (53,6 kilos) y Australia (53,4 kilos).
Por otro lado, el consumo de carne de cerdo en el país continúa creciendo, duplicándose en los últimos doce años y alcanzando 17,7 kilos per cápita en 2024. A pesar de este aumento, Argentina sigue lejos de los principales mercados de esta proteína, como Corea del Sur.
Este cambio de hábitos alimenticios refleja los efectos económicos sobre la mesa de los argentinos, a la vez que posiciona al país como un referente global en consumo de carnes, aunque con nuevas tendencias que desafían tradiciones históricas.